Por Aida Jaramillo Isaza ( Fragmentos del artículo Elogio Mínimo de la Palabra.
Revista Manizales, Colombia Marzo-Abril 2002)
Como
ya he tenido la oportunidad de escribir varias veces sobre el valor
intrínseco de la palabra humana que es espíritu y vida además de sagrado
patrimonio que solo al hombre fue dado y que le dignifica y enaltece,
quiero hoy en vez de repetir mis ideas, traer acá las de otros en la
seguridad de que merecen ser recordadas y han de servirle a alguien, en
más de una ocasión, para enderezar el rumbo de sus pensamientos y
retomar el camino del Ideal.
“Viene
ahora la bella reflexión que a manera de diálogo entre el Creador y el
hombre trae en su célebre opúsculo EL MILAGRO MAS GRANDE DE LA
NATURALEZA el popular autor Og Mandino: “Puedes hablar. Ninguna otra de
mis criaturas puede hacerlo y tus palabras pueden calmar al enojado,
animar al abatido, estimular al cobarde, alegrar al triste, acompañar al
solitario, premiar al valeroso, alentar al vencido, enseñar al
ignorante, y decir TE AMO”
Y
de ninguna manera podría faltar en este recuento un fragmento siquiera
del apasionado texto que sobre la palabra escribiera Pablo Neruda: “…Que
buen idioma el mío qué buena lengua heredamos de los conquistadores
torvos…Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por Las
américas encrespadas, buscando patatas butifarras, frijolitos, tabaco
negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más
se ha visto en el mundo…Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides,
tribus, idolatrías…Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra. Pero a
los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de
las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se
quedaron aquí resplandecientes…el idioma.. Salimos perdiendo…Salimos
ganando…Se llevaron el oro y nos dejaron el oro…Se lo llevaron todo y
nos dejaron todo…Nos dejaron las palabras”