· Practica la autoobservación.
Darte
cuenta a tiempo de cuándo vas a adoptar actitudes insanas y aprovechar
para practicar las que son saludables sólo es posible si la mente está
serena. Dedica unos minutos varias veces a lo largo del día a parar
interiormente para autoobservarte. Al menos una vez cada hora, céntrate
en lo que sientes tanto física como emocionalmente y reposa ahí unos
segundos. Después continúa con lo que hacías. Esta práctica es la más
importante y la que facilita todas las demás.
· Vive el presente.
El
presente es el único tiempo que existe, puesto que el pasado ya pasó y
el futuro está por venir. Cuando le das muchas vueltas a una misma
película sobre tu pasado que te genera conflictos y miedo, o deseas
cambiar lo que pasó, cultivas actitudes no saludables. Es mejor para tu
salud física, mental, emocional que aceptes tu historia tal como es y te
centres en vivir el momento presente.
· Exprésate positivamente.
Para
no acumular resentimiento y moderar la ira y la culpa, es bueno usar el
lenguaje positivo como herramienta de comunicación. No se trata de que
digas que está bien lo que crees que está mal o te disgusta, ni que
minimices lo que para ti es importante. Consiste en expresar claramente
tus necesidades con un lenguaje objetivo. Cuando tengas que expresar
algo negativo, deja claro que lo que disgusta es una conducta o una
actitud y no la persona a la que te diriges. Así, decir “me molesta que
no quieras venir conmigo” es mejor que “sólo piensas en ti”.
· Ama más y teme menos.
Contempla
el mundo como un lugar de aprendizaje y proponte a diario pensar en ti y
en los demás como personas que viven ya sea brindando amor en sus
múltiples facetas o pidiendo ayuda a los demás de maneras diferentes.
Cada día predisponte conscientemente a encontrar algo positivo en ti
mismo, en los demás y en lo que suceda y exprésalo. Practica el reconocimiento y el elogio.
· Abandona el rol de víctima.
Deja
de sentirte una víctima del mundo y renuncia a los pensamientos
negativos. Si bien es cierto que lo que sucederá no depende sólo de ti,
también es cierto que tú contribuyes a ello. ¿Cómo? Cambiando tus
pensamientos, renunciando a los que te causan dolor y cultivando los que
te generan paz interior y te predisponen hacia el perdón, la
reconciliación y la unión; tomando la decisión de ver las cosas de otra
manera. Piensa y actúa en positivo para sentirte mejor.
· Comparte tus emociones.
Reúnete
con personas que experimentan situaciones similares a la tuya. Con
ellas te sentirás escuchado y aceptado sin tener que dar una “imagen
adecuada” a las necesidades o demandas de tu entorno. Los grupos de
curación de actitudes son ideales para hacerlo.
· Ábrete al cambio.
Nuestras
actitudes, nuestros patrones habituales de respuesta y nuestra posición
general frente a la vida, en gran medida se determinan por nuestra
personalidad y nuestras experiencias. Pero esto no significa que no
podamos hacer nada para cambiarlas. Tú puedes decidir qué aspectos quieres transformar.
· Busca la paz interior.
Eres
responsable de tu felicidad en la medida en que siempre puedes optar
por la paz en vez de por el conflicto. Cuando dudes sobre qué hacer o
qué decir, pregúntate si con ello contribuyes a la paz o al conflicto, a
la reconciliación o a la separación. Cuanto más lo practiques, más
optarás de una manera natural por lo saludable.
· Aprende a perdonar.
Todos
los días, antes de irte a dormir, retírate un rato en silencio y
soledad, rebobina tu jornada y practica el perdón a ti mismo y a los
demás aceptando la realidad tal y como fue. Acepta a los demás y a ti
mismo, con sus virtudes y defectos, con sus fortalezas y debilidades, y
concéntrate en las experiencias felices de la jornada. Descubrirás que
ésta es la mejor medicina para el insomnio y para liberarte del
sufrimiento.
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