Todos podrán percibir lo rápido que transcurre el tiempo hoy.
En
un día experimentamos diferentes situaciones que despiertan diferentes
sentimientos, emociones, estados de ánimo, y todo esto implica una
transformación interna.
Un día de hoy aparenta ser una eternidad para nuestro Espíritu.
Hoy tal vez sucede en un día, lo que antes vivíamos en un año.
Un día de hoy aparenta ser una eternidad para nuestro Espíritu.
Hoy tal vez sucede en un día, lo que antes vivíamos en un año.
Esto significa que hoy podemos crecer y expandirnos en un instante, mientras antes teníamos que hacerlo durante vidas y vidas.
En un día se presentan muchas oportunidades para transformarnos y para LIBERARNOS de aquello a lo que nos hemos quedado apegados como miedos, rencores, enojos, antiguos problemas familiares o con amistades...
Todo
lo que en definitiva está limitando nuestra evolución y está poniendo
un techo a nuestro crecimiento como Seres Espirituales.
Lo
que estamos viviendo es el “Nuevo Tiempo”, el tiempo manejado por
nuestro Espíritu, quien nos guía hacia aquello que debemos resolver para
continuar.
Es ahora, es en este instante que necesitamos liberarnos.
Mañana será tiempo para otra cosa.
Nuestra
evolución se está acelerando, y necesitamos ahora estar más livianos
para dejar espacio a las nuevas relaciones, las nuevas conexiones, las
nuevas formas de vivir y percibir el mundo.
Por eso el llamado a abrir los ojos, a despertar y nombrar cada cosa por su nombre. Es tiempo de replantearnos nuestro rumbo, de cuestionarnos el paso que estamos por dar. De preguntarnos hacia donde vamos, para qué estamos haciendo lo que hacemos.
Pero estas preguntas deben ser internas y surgir de la paz.
No confundamos estas preguntas con caos y tensión.
Es decir, no creemos más miedo alrededor del miedo.
El paso es interno, es para disponerse internamente a recibir lo nuevo y transformar lo viejo.
El Universo está esperando este paso, este permiso cósmico para darnos lo que verdaderamente es para nuestro Espíritu.
La palabra es liberación, liviandad.
La palabra es liberación, liviandad.
Es vivir la danza de nuestro Espíritu.
Abrir las jaulas internas y transformarlas en cuencos.
Es
pasar de tener las manos ocupadas y los puños cerrados y tensionados, a
tenerlas abiertas, formando un cuenco capaz de recibir la mayor
bendición Espiritual.
Este tiempo es de oportunidad.
Es un tiempo para cambiar la visión, cambiar las formas de ver los “problemas” y “dificultades”, en oportunidades para crecer.
Perdona, ama.
No dejes nada pendiente, aliviana tu Espíritu.
No esperes, comienza tu ahora.
Da el primer paso.
Llama por teléfono, escribe una carta, permítete hablar con aquellos con quienes tienes conflictos.
Debemos intentar despersonalizar lo que nos sucede o sucedió.
No
es con una persona con quien tengo tal inconveniente, sino que ese
inconveniente lo trasladaré de aquí para allá, de persona en persona,
mientras no sea yo la que tenga la capacidad de salirme de aquel lugar.
Mientras continúe enredado en personas, situaciones y personajes, continuaré caminando en círculo, llegando siempre a un mismo lugar. Al mismo lugar de ti mismo, y de nadie más.
El camino es ascendente, no es circular.
Es
hacia arriba hacia donde tenemos que ir, y para eso debemos
desprendernos y animarnos a dar un paso diferente al que siempre damos.
Es ahora el tiempo de cambio. Nuestro Espíritu nos está pidiendo que colaboremos, que lo ayudemos con nuestras acciones a salir del circulo donde ha estado encerrado hasta ahora.
¿Cuántos
potenciales están siendo limitados? ¿Cuánta capacidad tenemos de Amar, y
hasta ahora solo hemos experimentado una partecita de ella? ¿Cuánto
podemos ayudar si antes nos ayudamos a nosotros mismos?
Internamente abre una puerta, en tus acciones demuestra que eso es lo que está sucediendo adentro.
Será sorprendente, será liberador.
Estarás liviano, descansarás.
Te subirás a la barca del Espíritu y las olas del Profundo Océano te acunarán hasta volver a Casa.
por Erica Ortiz.
Tomado de Vitaminas para el Alma
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