En un lejano pueblo vivió hace muchos años un joven muy
pobre, que tenía que trabajar duro para sostener a sus padres y ahorrar para sus
estudios.
Una mañana andaba mas exhausto que de costumbre, y casi
lo vencía el hambre y la sed.
Decidió entones pedir un plato de comida en la primera
puerta que tocara.
Para su sorpresa, una bella joven abrió esa puerta, le
saludó atentamente y le preguntó qué deseaba- El muchacho, impresionado, sintió
vergüenza y no pidió nada, pero ella notó en su rostro la fatiga y sin decir una
palabra, le trajo un vaso de leche.
Cuentan que al cabo de unos años esta joven enfermó de
gravedad y su esperanza de salvación, decían que estaba en manos de un médico
famoso, el más reconocido en su especialidad.
La joven fue trasladada a la capital del país para
tratarse con dicho facultativo. La recuperación fue un éxito y en pocos meses la
joven retornó a su pueblo natal totalmente sana.
El estrés fue entonces pensar cómo podría pagar la
cuenta por la consulta y todo lo relacionado con su anterior enfermedad.
El día menos esperado, le llegó a casa un sobre del
hospital donde fue atendida; se puso muy nerviosa cuando abrió la puerta, tomó
el sobre en sus manos y vio el remitente. Venciendo el temor de ver una elevada
cuenta, abrió el sobre y leyó una nota:
´´NO DEBES NADA: TU CUENTA FUE SALDADA HACE MUCHOS AÑOS
CON UN VASO DE LECHE´´ ¡MUCHAS GRACIAS!
La conmovedora historia que hemos compartido puede
servir de ilustración a otra historia de la cual formamos parte tú y yo.
Es una historia trascendente y es la historia del amor,
de la bondad, de los valores humanos que debemos practicar, porque no hay nada
más hermoso que el agradecimiento, que el dar amor a quien lo necesite, porque
con ello nos convertimos en mejores seres humanos y contribuimos a que nuestro
hacer sirva de ejemplo sobre todo a las nuevas generaciones.
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