El anonimato es la expresión más genuina del altruismo.
El término altruismo lo forjó el filósofo Augusto Comte, padre del positivismo, a partir de la palabra italiana Altrui -el
otro-, derivada del latín alter, a. La idea del filósofo fue aportar el
término opuesto a egoísmo, que no acaba de serlo la palabra
generosidad, pues en ella no se explicita que el beneficiario de la
misma sea precisamente el otro.
El altruismo se refiere a la solidaridad interpersonal.
Hay
dos aspectos que definen el altruismo: La simpatía y el compromiso. La
simpatía se apoya sobre valores de bondad y caridad. El compromiso
considera un acto que se sabe va a beneficiar más a otro que a sí mismo,
implicando un sacrificio personal. El compromiso se inscribe en una
ética de la responsabilidad. Porque se trata de actuar concretamente
sobre el presente y sobre el futuro para proporcionar mayor bienestar al
resto de la sociedad, implicando una inversión personal para el
desarrollo de bienes comunes. Recordemos, como ya hemos hecho en otras
ocasiones, que la moral se refiere a la conciencia individual, mientras
que la ética se refiere a una moral social.
El
Diccionario de la Real Academia define altruismo como “esmero y
complacencia en el bien ajeno, aun a costa del propio, y por motivos
puramente humanos”. En definitiva, el altruismo es una actitud aceptada y
querida de buen grado. El altruismo y la solidaridad tienen una
dimensión claramente humana y de servicio a la sociedad que se pone a
prueba si para prestar ayuda a los demás tenemos que renunciar a
beneficios propios, inmediatos y significativos.
El
conocimiento y aprendizaje del altruismo nos hace contrarrestar el
ejemplo de unos contravalores que empujan a la servidumbre del egoísmo,
de la avaricia, de la ambición, del poder y del desenfreno de las
pasiones. Hacer la vida más agradable a los demás, procurar en nuestra
medida la felicidad de los otros, no suele ser “santo de devoción”, por
desgracia, para la mayoría de los seres humanos. De ahí la trascendental
importancia de una educación para la solidaridad y el altruismo desde
el hogar y desde la escuela para nuestros pequeños, especialmente.
El
altruismo y la solidaridad se alzan como única alternativa válida capaz
de variar los hábitos de la competitividad, que conducen, de manera
segura, a un egoísmo e individualismo exacerbados.
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