Aunque
los valores comienzan a formarse desde temprana edad y cada quien le da
un sentido propio, la puesta en práctica de los valores es una decisión
personal.
Cada quien determina cómo actuar frente a las distintas situaciones de su vida.
Unas
veces más consciente que otras, eres tú quien decide la actitud y la
manera de comportarte frente a las demás personas y frente a las
oportunidades, las dificultades o las responsabilidades. Decides
asumirlas o eludirlas.
Cuando
nos interesa relacionarnos satisfactoriamente con otras personas o ser
parte de una organización, decidimos aceptar los valores que requiere
esa relación.
Inclusive,
en una organización autoritaria, donde los valores se imponen
unilateralmente, uno también toma la decisión de aceptarlos.
Al
llegar a una organización o comunidad deberíamos ocuparnos de conocer
sus valores y sus significados. Ellos nos permiten regular nuestra
conducta para el bienestar colectivo y lograr una convivencia armoniosa.
Si
resolvemos ser parte de una organización con valores ya definidos,
entonces hemos decidido suscribirlos y ponerlos en práctica.
Podemos
afirmar que asumir los valores de una organización en la que nos
interesa estar es una responsabilidad individual. La práctica de los
valores expresa el grado de compromiso que tenemos con esa organización.
Sin
embargo, aunque todo esto suene simple, a las organizaciones les toma
un gran esfuerzo que sus integrantes tengan valores compartidos y, en
muchos casos, apenas se logra.
Recuerda
que al hablar de valores nos referimos a principios y creencias. Por lo
que es poco probable que cumplamos bien con algo sobre lo que no
estamos completamente convencidos de su importancia o valor. ¿Alguien
puede obligarte a que estés convencido al respecto?
Aun no estando de acuerdo, podemos seguir correctamente una orden.
Pero la práctica de valores requiere de convicción y eso es algo que depende de tu decisión.
Todos sabemos que un trabajo bien hecho respaldado por valores es superior al que sólo se hace por cumplir con una orden.
Tú decides poner en práctica inmediatamente tus creencias. Decides no posponerlas.
Decides actuar de acuerdo con tus principios, por convicción y no porque te están viendo o vigilando.
Decides la actitud con la que eres parte de una organización y qué clase de persona eres en ella.
Esa capacidad de decidir es la fuente de tu plenitud como ser humano.
TOMADO DE: EL VALOR DE LOS VALORES
No hay comentarios:
Publicar un comentario