Un primer paso: pensar en uno mismo.
Estamos decididos a intentar vencer nuestra timidez.
Pero, ¿cómo empezar?. La respuesta es más simple de lo que
imaginamos.
El hecho de plantearnos vencer nuestra timidez, es el
primero y uno de los más decisivos pasos a dar para conseguirlo, y lo es por dos
razones: la primera porque a esta
decisión hemos llegado por medio de un proceso de
reflexión sobre nosotros mismos, reconociendo nuestros propios defectos. La
segunda es que hemos realizado una toma de decisión, lo que muestra que nuestra
voluntad y nuestra seguridad en nosotros mismos no son tan débiles como
pensamos.
Realizando un pequeño esfuerzo y dedicando algún tiempo
a profundizar en esa reflexión sobre nosotros mismos, debemos comenzar a pensar
en esa timidez que nos acosa, en lo que creemos que puedan haber sido sus
orígenes y, lo que es más importante, en la cantidad de oportunidades de
relacionarnos con otras personas que la timidez nos ha hecho desperdiciar. Si en
este ejercicio de reflexión conseguimos sincerarnos con notros mismos, el avance
habrá sido enorme, puesto que habremos visto que la mayor parte de los miedos
que originan nuestra timidez son infundados.
En caso negativo, si nuestra timidez no nos ha dejado
aproximarnos a nuestra auténtica imagen, por lo menos habremos sentado las bases
para un autoanálisis que deberá ser una práctica habitual durante nuestro
proceso de curación e incluso cuando este se haya
superado.
Otro elemento muy interesante, sobre el que cabría
reflexionar es que lo más seguro sea que a los demás les resultaría más fácil
tolerarnos que a nosotros mismos. Por lo general, las personas tímidas aplican
un criterio extraordinariamente restrictivo para con ellas mismas, por supuesto,
mucho más duro que el que aplican a los demás. Y, en la inmensa mayoría de las
ocasiones, mucho más estricto que el que el resto de las personas emplea para
con él mismo.
Ser crítico con uno mismo no implican en ningún momento,
que tengamos que ser intolerantes. La voluntad no implica rigidez, y se puede
ser más o menos duro dependiendo de las circunstancias.
Pero nunca se ha de llegar a la cegación, puesto que
ésta a lo único que conduce es a un bloqueo en nuestra actuación. Debemos tener
muy claro que si lo que queremos, es aprender a vivir junto a los demás, jamás
lo conseguiremos si no aprendemos primero a vivir con nosotros
mismos.
Tomado de
https://psicogt.wordpress.com
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