Creemos importante hacer un breve
recuento, sobre la base de un análisis histórico, de las principales tendencias
que a través del tiempo se observan en el concepto y funciones de la familia.
Entendemos que un análisis histórico puede ser discutible y, en consecuencia,
sujeto a revisión. Sin embargo, nos ha parecido importante incorporarlo en
nuestro informe, con fines didácticos, para una mejor comprensión de nuestro
diagnóstico.
En efecto, el modelo de familia
que tiene preeminencia en una época determinada se relaciona estrechamente con
la dinámica de la sociedad en la que ésta se inserta. De la relación entre
familia y sociedad surgen, por una parte, alteraciones y cambios en aquella y,
por otra, ciertos rasgos que permanecen en el tiempo. Así por ejemplo, la
creciente igualdad que alcanza la mujer en distintos aspectos de la vida social
influye al interior de la familia.
La familia nuclear, esto es la
conformada por un matrimonio y sus hijos, de constitución voluntaria y fundada
en la relación afectiva de los cónyuges, es relativamente nueva en la historia.
Conceptos como la igualdad entre los hijos, la infancia como una época diferente
de la vida, el sexo ligado al amor y no sólo a la procreación, la intimidad de
la vida de familia, una madre, un padre y unos niños que se protegen y se
quieren -que hoy nos parece normal-, a los que mayoritariamente se aspira como
modelo, no eran suficientemente entendidos entre los chilenos de comienzos del
siglo XIX o lo europeos del siglo XVIII.
El paso de la familia concebida
como un espacio productivo y público a la familia constituida como un espacio
afectivo y privado, es una conquista moderna. La conformación de esta nueva
realidad familiar fue un largo proceso, cuyo comienzo podemos situarlo en la
disolución del mundo medieval, que germina en el siglo XVIII y se consolida
entre mediados del siglo XIX y XX. Este fenómeno, estudiado principalmente en
Europa, puede extrapolarse a América y Chile.
Una primera diferencia entre la
familiar moderna, que es la que hoy conocemos, y la tradicional, descrita en
términos generales en el párrafo anterior, es el incremento de la afectividad
como elemento fundamental de la unión conyugal. El matrimonio tradicional
formaba parte de una estrategia económica en todos los sectores sociales. En los
grupos más poderosos el objetivo fundamental era preservar el patrimonio a
través de la herencia y, como la tierra era un bien escaso, debía evitarse la
subdivisión y dispersión de la propiedad. La primogenitura en el caso de los
hijos varones y la dote en el caso de las mujeres, eran expresión de esta idea.
Tanto es así que algunos investigadores llegan a afirmar que la familia
tradicional fue mucho más una unidad productiva y reproductiva que emocional.
Propiedad agraria y dote fueron, entonces, elementos decisivos en la celebración
de muchos matrimonios.
También en los restantes grupos
sociales se buscaba, con la constitución de los matrimonios, garantizar la
sobrevivencia económica de las familias, aumentar o consolidar el patrimonio
familiar y ampliar las oportunidades de movilidad social ascendente, por lo que
los padres de los futuros cónyuges jugaban un papel determinante en la selección
y aprobación de las parejas.
Una segunda diferencia es la que
dice relación con la familia concebida como una unidad productiva en la que
todos sus integrante conforman una empresa, propia de la familia tradicional,
que evolucionó a una entidad en la que sus integrantes cumplen diversos roles
económicos, en especial prestadores de servicios.
Una tercera tendencia que es
posible observar es a conformar una familia nuclear, esto es, compuesta por la
pareja y sus hijos, a diferencia de la familia tradicional que era normalmente
extendida. Este proceso se relaciona, además, con la formación de la ciudad
moderna y el desarrollo urbano.
Finalmente, se nota una clara evolución en cuanto a la elección de
pareja, la que se realiza, casi sin excepciones, en forma voluntaria y sobre la
base de sentimientos de afecto que predominan por sobre las motivaciones de
orden económico.
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