Es conveniente
reflexionar detenidamente en cuatro aspectos que nos ayudarán a conseguir
una voluntad firme:
- Control de nuestros gustos
personales: Levántate a la hora prevista y sin retrasos (por eso siempre tienes
prisa, te pones de mal humor y llegas tarde); come menos golosinas o deja de
estar probando cosas todo el día; piensa en una actividad concreta para el fin
de semana, y así no estar en estado de reposo todo el tiempo; tus obligaciones y
responsabilidades no son obstáculo para las relaciones sociales, organiza tu
tiempo para poder cumplir con todo; haz lo que debes hacer sin detenerte a
pensar si es de tu gusto y agrado.
- Perfección de nuestras labores
cotidianas: Establece una agenda de trabajo por prioridades, esto te permite
terminar a tiempo lo que empezaste; revisa todo lo que hagas y corrige los
errores; guarda o acomoda las cosas cuando hayas terminado de usarlas; si te
sobra tiempo dedícalo a avanzar otras tareas.
- Aprendizaje de cosas nuevas:
Infórmate, estudia y pon en práctica las nuevas técnicas y medios que hay para
desempeñar mejor tu trabajo; inscríbete a un curso de idiomas; aprende a hacer
reparaciones domésticas; desarrolla con seriedad una afición: como aprender a
tocar algún instrumento como la guitarra, aprender a pintar, hacer teatro,
etc.
- Hacer algo por los demás: En casa
siempre hay algo que hacer: disponer la mesa, limpiar y acomodar los objetos, ir
a comprar víveres, cuidar a los hijos (o los hermanos, según sea el caso),
recoger nuestras prendas, etc.; evita poner pretextos de cansancio, falta de
tiempo u ocupaciones ficticias para evitar colaborar; haz lo necesario para
llegar puntual a tus compromisos, así respetas el tiempo de los demás. En todos
los lugares que frecuentas se presentan muchas oportunidades,
¡decídete!
Es necesario tener en cuenta, que
una voluntad férrea se convierte a la vez en escudo y arma para protegernos de
ciertas situaciones, miles de personas han caído en la dependencia y en la
aniquilación de su dignidad. En este sentido, la voluntad es el motor de los
demás valores, no sólo para adquirirlos sino para perfeccionarlos, ningún valor
puede cultivarse por sí solo si no hacemos un esfuerzo, pues todo requiere
pequeños y grandes sacrificios realizados con
constancia.
Paciencia
Si nuestra época pudiera tener un
nombre se llamaría “prisa”. ¿Cómo esperamos que nuestra vida tenga más cordura y
sea más amable a los demás si todo lo queremos
“ya”?
Nuestra vida se desenvuelve a un
ritmo vertiginoso: demasiada prisa para hacer, para llegar, para resolver
asuntos personales y del trabajo, fricciones que surgen cada día con las
personas, citas urgentes. Si nuestra época pudiera tener un nombre se llamaría
“prisa”. Por eso es necesario hacer un alto en el camino y reflexionar un poco
sobre el valor de la paciencia, para no dejarnos abrumar y tampoco seguir esa
carrera loca que va a toda marcha. ¿Cómo esperamos que nuestra vida tenga más
cordura y sea más amable a los demás si todo lo queremos
“ya”?
La paciencia es el valor que hace a
las personas tolerar, comprender, padecer y soportar los contratiempos y las
adversidades con fortaleza, sin lamentarse; moderando sus palabras y su conducta
para actuar de manera acorde a cada situación.
Al encontrarnos con personas que a
nuestro juicio siempre son molestas, inoportunas o “lentas”, podemos caer en el
error de fingir una actitud paciente, es decir, dar la apariencia de escuchar
sin alterarse ni expresar emoción, buscando escapar de la situación lo más
rápido posible dando respuestas breves y un tanto cortantes, eso sí, procurando
que no se den cuenta para no herir los sentimientos; a esto se le llama
indiferencia, insensibilidad ante el estado de ánimo de los
demás.
Uno de los grandes obstáculos que
impiden el desarrollo de la paciencia, es, curiosamente, la impaciencia de
esperar resultados a corto plazo, sin detenerse a considerar las posibilidades
reales de éxito, el tiempo y esfuerzo requeridos para alcanzar el
fin:
- El hacerse de demasiadas
actividades produce ansiedad y prisa, quedando un amargo sabor de boca y mal
humor por no terminar todo lo que hemos iniciado. En pocas palabras, debe haber
moderación, ser conscientes de nuestros alcances para evitar contraer demasiados
compromisos que posiblemente no podamos cumplir.
- Otro ejemplo clásico se da en el
ámbito laboral con el personal de reciente contratación, su curriculum y proceso
de selección muestran los conocimientos y capacidad necesarios para desempeñar
el puesto, sin embargo, cada labor específica requiere de un proceso de
adaptación a las políticas, modalidades, normas y estilos del centro de trabajo;
no se puede descartar a una persona a las dos semanas de iniciar su desempeño
por no lograr una rápida adaptación.
- El ahorrar puede ser un forma de
medir nuestra paciencia, no importan las cantidades ni la frecuencia con que se
acumulen , la constancia nos llevará a reunir la suma necesaria para adquirir el
auto, el juguete o realizar ese viaje que tanto hemos soñado. Si quitamos la
vista del objetivo, terminaremos por gastar lo poco que hemos reunido, y nuestra
meta será cada vez más lejana e inalcanzable.
- Aunque en tono irónico se dice
que son los hijos quienes nos proporcionan una fuente inagotable de paciencia,
no deja de ser verdadero en cierta forma. La impaciencia que manifiestan los
padres, en gran parte se debe al querer que los hijos razonen y actúen como
adultos, “¿es qué no piensas?”, “te dije que lo hicieras así...”, son algunas de
las más comunes frases empleadas por los padres en su desesperación. No debemos
olvidar que la madurez se da con el tiempo, la experiencia y la formación que
reciben los hijos. Claro está que hay chicos que son más traviesos, el reto es
tener la habilidad para educarlos pacientemente y de la mejor manera
posible.
Existen otros retos no menos
importantes para el desarrollo de la paciencia, que se refieren específicamente
al hecho de soportar y tolerar las contrariedades inesperadas; por
ejemplo:
- Soportar las molestias del clima
a través del arduo trayecto a la oficina y la escuela, con cientos de autos
circulando a nuestro alrededor. - Ser tolerantes al realizar tareas con otros,
ante su falta de destreza, conocimiento o pericia para realizar las cosas. Se da
con el trabajador que no ha entendido como presentar un informe, con la empleada
del hogar que no sabe como deseamos que limpie la casa, con los hijos que no
entienden las matemáticas... La paciencia debe llevarnos a enseñar la manera de
hacer las cosas, al ofuscarnos los resultados suelen ser totalmente contrarios a
nuestros deseos.
- La predisposición que tenemos al
acudir a aquel lugar donde “siempre me hacen perder el tiempo”. ¿Por qué
disgustarnos innecesariamente?, lleva una revista o un libro para ocupar tu
tiempo mientras haces fila en una ventanilla o en la sala de espera del
consultorio.
- Mostrar “buena cara” cada que
nuestro jefe o compañero de trabajo, nos pide que le hagamos el mismo favor de
siempre. En vez de mostrar impaciencia y hacer las cosas de mala gana, lo más
sano es contar con esa actividad como si fuera fija, dentro de nuestro tiempo y
quehaceres, sólo así podremos realizarla
gustosamente.
Nada ganamos con la desesperación,
antes de reaccionar debemos darnos tiempo para escuchar, razonar y en su momento
actuar o emitir nuestra opinión.
La paciencia siempre tendrá sus
recompensas: mantener y mejorar las relaciones con la pareja y los hijos, los
compañeros de trabajo (incluyendo jefes y subordinados); tener amistades
duraderas; obtener los resultados deseados en aquella labor a la que hemos
dedicado mucho tiempo y esfuerzo
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