Ética y Corrupción constituyen dos polos opuestos de la conducta
humana. Ética se refiere a lo correcto o bueno, Corrupción a lo que
daña o destruye lo bueno.
Según Cañas Quiroz, la ética “es la luz de la razón que ilumina el
camino acertado de la conducta”. Para Fridolin Utz, “es la ciencia de
la rectitud moral”. La ética es una disciplina filosófica que estudia
los valores (Ética Axiológica) y las reglas de comportamiento (Ética
Normativa), que contribuyen al bien común o bien de todos.
La corrupción es la negación de la ética. Esa palabra proviene
etimológicamente de dos voces: Co y romper. Es lo que rompe o
descompone lo bueno. Es el conjunto de antivalores y costumbres que
depravan o envilecen al ser humano.
La ética cultiva valores, es decir virtudes, como honestidad,
justicia, igualdad, respeto a la dignidad humana, sinceridad,
fortaleza moral, solidaridad, responsabilidad, iniciativa y espíritu
de trabajo, valores todos ellos que contribuyen al desarrollo y
perfección del individuo y de la sociedad.
La corrupción se manifiesta por la práctica de antivalores como
deshonestidad, injusticia, discriminación, irrespeto a la dignidad
humana, hipocresía, cobardía moral, indecencia, egoísmo
individualista, irresponsabilidad, yoquepierdismo, defectos todos
ellos que degradan al ser humano y obstaculizan el desarrollo
económico y social de la nación.
Los valores éticos, como los antivalores de la corrupción, son rasgos
de carácter, o modos de ser que se manifiestan en el hogar, en el
trabajo y en la vida social. La familia es el crisol más importante en
la formación del carácter. Los valores, como los antivalores, se
aprenden en los primeros años de la vida, tomando principalmente como
modelo el ejemplo personal de los padres. El niño practica más lo que
ve que aquello que le dicen que haga. Si los padres son honestos,
trabajadores y educados, el niño desarrolla esos valores. Si los
padres son deshonestos, perezosos y violentos, el niño tiende a
reproducir ese modelo de antivalores.
En el mundo de hoy, paralelo al incremento acelerado de la corrupción,
es grato observar un resurgimiento de la ética, que se manifiesta
principalmente en los planes y programas de estudio, en los Códigos de
Conducta de las empresas y gremios, en los Tribunales Éticos de los
Colegios Profesionales y en las normativas de Instituciones
gubernamentales. Se considera que no bastan las medidas coercitivas
para combatir la corrupción, si no van acompañadas con el esfuerzo
educativo de interiorizar en la conciencia moral de los seres humanos,
los principios y valores éticos que orientan y regulan la conducta
personal.
El resurgimiento de la ética, como antídoto contra la corrupción, nos
recuerda las causas que dieron lugar al nacimiento de esta disciplina
filosófica en el siglo V antes de Cristo, con Sócrates, que hace
tambalear la moral corrupta de su época al establecer como
primordiales los valores humanos, antes que los intereses materiales:
“Mi buen amigo-dice Sócrates-, siendo ateniense de la ciudad más
grande y más prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de
preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los
mayores honores y, en cambio no te preocupas ni interesas para nada
por conocer el bien y la verdad, ni hacer que tu alma sea lo mejor
posible? Y si alguno de nosotros lo pone en duda y sostiene que si se
preocupa de eso, no le dejaré en paz, ni seguiré tranquilamente mi
camino, sino que le interrogaré, le examinaré y refutaré; y si me
parece que no tiene ninguna virtud, sino que simplemente la aparenta,
le increparé diciéndole que siente el menor de los respetos por lo más
respetable y el respeto más alto por lo que menos respeto merece”.
Tomado de El Nuevo Diario
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