"Y no fue mas grande cuando proclamo
a su patria libre, sino cuando reunió a sus siervos,
y los llamó a sus brazos como hermanos"
JOSE MARTI
El 18 de abril de 1819, nació en Bayamo el Padre de la Patria y murió
el 27 de febrero de 1874 en San Lorenzo, asaltado por tropas
españolas, combatiendo al enemigo.
Graduado en La Habana de bachiller en Derecho en 1838, Carlos Manuel
de Céspedes, viajo a España a continuar estudios en la Universidad de
Barcelona, donde concluyo la Licenciatura en Leyes en 1842.
Viajo por diferentes países como Francia, Inglaterra, Alemania,
Italia, Suecia, Grecia donde adquirió nuevas experiencias.
Patriota ejemplar, de carácter enérgico y justo, supo aprovechar su
inteligencia privilegiada, las experiencias de sus estudios y sus
viajes para lograr una vasta cultura.
Tenía conocimientos de latín, y dominaba varios idiomas, cultivo la
prosa y se destacó como poeta, además de realizar diversas
composiciones musicales.
Este hombre extraordinario, tan pronto regresa su Bayamo natal,
integró las peñas literarias con Perucho Figueredo, José Fornaris y
otros que practicaban la literatura y la música en esa zona oriental
del país.
Dentro de ese marco poético, se perfilaron las notas de la primigenia
canción La Bayamesa, a la que originalmente pusieron música Francisco
Castillo Moreno y el con letra de José Fornaris.
Ha sido poco conocida la faceta de la vida de Céspedes como escritor,
poeta y compositor musical, aunque su figura histórica no pudo
eclipsar todas las demás manifestaciones de su personalidad, pero
también dejó su arte a la posteridad y su legado artístico ha
contribuido también al desarrollo de nuestra cultura.
Veamos pues un fragmento de su poema Al Cauto inspirado en por el
bello entorno del majestuoso río:
“Naces ¡Oh Cauto, en empinadas lomas. Bello desciendes por el valle
ufano, Saltas y bulles juguetón, lozano,
Peinando lirios y regando aromas…”
Así crea obras como Al pie del Turquino, La voz de la primavera, El
sueño de la mañana, Los traidores. El Himno Republicano, La Conchita,
La Mariposa y otros poemas. Entre sus Ensayos Dramáticos, que no se
conservan, se destaca la traducción de fragmentos de La Eneida, de
Virgilio y fragmentos de su libro de viajes que nunca se logró conocer
íntegro. Sus preocupaciones literarias fueron limitadas por la lucha
revolucionaria, aunque el Céspedes escritor no se aparta del
revolucionario, íntegro y vigoroso.
En una carta escrita el 10 de octubre de 1872, a su esposa Ana de
Quesada, le dice entre otras cosas: “Paramos el 6 en la Boca de
Báguano, donde presencié el espectáculo de la marea después de tres
años y medio que dejé de verla en La Demajagua. El me trajo a la
memoria entre otros recuerdos, mi antiguo estado de “señor de
esclavos”, en que todo me sobraba. Le comparé con éste en que ahora me
veo, pobre, falto de todo. “esclavo de innumerables señores”, pero
libre del yugo de la tiranía española y eso me bastó: prefiero mi
actual estado”.
La verdadera dimensión del prócer bayamés la encontraremos más que en
la decisión de insurgir el 10 de Octubre, en las terribles pruebas a
que fue sometido su carácter, su temple y todas sus convicciones en el
curso de la guerra.
En el devenir convulso y agitado de esos años en los que trascenderá
los intereses de su clase para convertirse únicamente en representante
de su nación, Céspedes escribió a Máximo Gómez refiriéndose a todo lo
que fue destruido por la guerra.”Es doloroso ese sistema, nosotros no
podemos vacilar entre nuestra riqueza y nuestra libertad: aquella debe
sacrificarse a ésta…”
El que presintió su muerte en combate desigual frente a los
es0pañoles, sabía que el único legado de valor que podría dejar a su
descendencia era el ejemplo inmarcesible de dignidad y rebeldía que le
había dado a los cubanos, como exponía siempre, que las riquezas que
disfrutó en una época no podían parangonarse con la gloria de ser un
verdadero revolucionario. De ese modo fue agigantándose hasta llegar a
la altura de Padre de la Patria.
Luego de que este extraordinario patriota padeció penurias sin fin,
humillaciones y enfermedades terribles además del dolor de verse
destituido de su cargo y privado de su escolta, quedando a merced del
enemigo y vio volverse contra él a muchos de los suyos, siguió siendo
revolucionario, o fue más revolucionario en esos momentos que ningún
otro cubano de su época, porque ninguno lo igualó en su grandeza, en
su dolor y en su sacrifico.
Céspedes pudo soportar todas esas pruebas porque hacía tiempo no se
pertenecía a sí mismo sino a la causa revolucionaria.
Y desde el momento en que transido de dolor vio a su hijo fusilado sin
poder hacer nada más que responderles a los que sugirieron la
posibilidad de un entendimiento: “Oscar no es mi único hijo. Soy el
padre de todos los que han muerto por la Revolución”, ya se había
convertido en el Padre de la Patria.
¡Honor y Gloria al Padre de la Patria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario