miércoles, 19 de junio de 2013

LA FORTALEZA



Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad. Natural defensa que tiene un lugar o puesto por su misma situación.
La fortaleza es la capacidad que nos permite mantenernos fieles a nuestras convicciones y hacerles frente con firmeza y energía a las diferentes situaciones con que nos encontramos en la vida. Los que son fuertes no se dejan tentar por las cosas que no les conviene o no son buenas para ellos o para otros, así se les presenten bajo la forma más atractiva y seductora.
Gracias a la fortaleza aprendemos también a resistir la adversidad, las enfermedades y el dolor en sus distintas formas y a luchar contra ellos sin amargura, poniendo todo de nuestra parte, seguros de que vamos a salir adelante.

PARA SER FUERTES...

• Si pasamos por un mal momento, evitemos dejarnos arrastrar por el pesimismo o el desánimo. Recordemos que los sentimientos negativos no son buenos consejeros.
• No cerremos los ojos frente a nuestras propias debilidades. Aceptémoslas tal como son, con honestidad. Solo así podremos controlarlas.

BALDER EL HERMOSO

Esta historia tuvo lugar en la ciudad fortificada de Carcassonne, en el sur de Francia, durante el tiempo al que le sometieron los soldados del emperador Carlomagno, en la Edad Media. El sitio llevaba varios meses atacado por los invasores y los habitantes la estaban pasando muy mal. Los pocos defensores que tenía en ese momento la ciudad estaban completamente extenuados y escasos de municiones, y el hambre se sentía con más fuerza.
Daba tristeza ver a los niños llorando por falta de un pedazo de pan o un poco de agua, y a sus padres desesperados por conseguirlos mientras se arreglaban para esquivar como podían las flechas encendidas que lanzaban los atacantes y que caían envueltas en llamas en las calles o iban a dar a los techos de sus casas, amenazando incendiarlas. La situación era en extremo difícil, pero los habitantes no estaban dispuestos a entregarse.
En sus corazones alentaba todavía la esperanza de que el ejército regresara a tiempo del servicio militar que estaba prestando en otra provincia y echara a los invasores , quienes habían aprovechado su ausencia para apoderarse de la ciudad.
Los invasores por su parte, también tenían sus problemas.
Las armas con que contaban carecían del poder suficiente para atravesar las gruesas murallas que protegían la ciudad. Sus soldados también estaban hambrientos y fatigados, y la gran capacidad de resistencia demostrada por sus enemigos empezaba a desanimarlos.
La situación se resolvió gracias a la audacia de una mujer, la dama de Carcas quien tenía a su cuidado el último cerdo guisado que quedaba en toda la ciudad.
Dando muestras de una fortaleza y un valor admirable, se dirigió a lo alto de las murallas y lanzó el animal hacia donde estaba el ejercito invasor. Los atacantes, al ver esto, concluyeron que en Carcassonne había todavía mucha comida y no valía la pena continuar con en el sitio.
Fue así como, agotados y a punto de morir de hambre, los carcasonienses derrotaron a los poderosos soldados del emperador Carlomagno.

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