Ser
sensible a las necesidades emocionales de los otros es una característica de
personalidad positiva, en la medida que permite empatizar con los sentimientos
ajenos y tener una vinculación profunda con las otras personas.
La
sociedad de consumo se sustenta en la creación de más y más necesidades y, con
ello, de ansiedades por poseer, nos tiene convencidos de que necesitamos cosas
cada vez más refinadas, la idea sería, entonces, entrar en sintonía con la que
de verdad nos da plenitud y es ahí
cuando
compartir y preocuparse, genera ayuda emocional, nos reorienta con nuestro
crecimiento personal y permite darnos cuenta que las otras personas también
tienen necesidades y que a través de la sensibilidad podemos lograr
desarrollarnos como persona de manera más completa.
Es
sumamente importante fomentar este valor en nuestra sociedad, ya que este, debe
ir de la mano con la educación que se imparte tanto en el ámbito familiar como
en el entorno social y cultural, en estos tres ambientes se desarrolla la
sensibilidad hacia los demás, pero es la crianza y la formación de valores en el
niño a temprana edad, lo que impregna en el los valores que serán parte de su
vida hasta su adultez
Sin
duda, el término sensibilidad se registra como la capacidad de sentir y es eso
lo que no se debe olvidar no sólo para ayudar a otros sino, también para
ayudarnos a nosotros a mejorar
nuestras
actitudes egoístas, desconsideradas y personalistas que finalmente empobrecen
nuestra calidad de ser humano.
De
igual forma la sensibilidad, como valor o cualidad humana, no puede trabajarse
de forma pedagógica directamente, sino mediante actividades que en su base
promuevan el afloramiento de sentimientos y no solo de conocimientos,
actividades que han de ser muy diversas pero en las que siempre prime lo
afectivo.
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