“Me
sorprendí cuando los periodistas corrieron a la casa de la madre de
García Márquez, tras haber ganado éste el Nobel. Todos estaban deseosos
de conocer la opinión de la madre de Gabo, a lo que la señora les
contestó: Yo no sé nada de literatura, yo sólo sé que el Gabo tiene
mucha memoria porque todo eso que escribió se lo contaron. Esto me
recuerda al inefable Juan Rulfo, cuando las gentes le pedían, casi le
reclamaban del porque no escribía, a lo que él respondió: No escribo
porque la gente que me contaba las cosas, se murió.”
“Me
gusta volver a Roma, principalmente al Trasteare. Una tarde de otoño me
encontré, en el Campo di Fiori con un señor al que todos quisimos
mucho. Les estaba echando migas a las palomas. En aquella época el
maestro tenía 88 años. Estaba allí, con su mujer. No me pude resistir;
me acerqué y le dije: ¿Es usted quien yo creo? Me contestó. ¡Yo soy el
que tú quieras! Entonces le dije: ¡Es usted el maestro! A lo que me
respondió, el maestro es el que te puso a ti delante de mí, y a mí
delante de ti, yo sólo soy Arthur Rubinstein”.
Facundo Cabral
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