martes, 2 de septiembre de 2014

Los problemas en las relaciones son las consecuencias, pero no las causas de la soledad (3)

JELENA SIKIRICH
 
Cada vez que tenemos miedo de perder lo que ya tenemos, al igual que un jugador, apostamos todas nuestras esperanzas en una sola “combinación de cartas” que creemos que está obligada a salir. De lo contrario se derrumba todo, dado que no tenemos otras alternativas.
Pero la vida no es un cine ni un melodrama. ¿Qué pasa si realmente alguna vez nos quedamos sin la persona querida, sin hijos, sin amigos, sin apoyo y sin comprensión? ¿Significaría esto que la vida para nosotros ha terminado?
Para responder a esta pregunta hay que ir más allá de lo superficial, concentrarse en la parte oculta del iceberg que de inmediato no se puede ver ni entender. Y entonces queda claro que el problema de la soledad no se puede identificar únicamente con el hecho de tener o no tener relaciones. Los problemas en las relaciones son la consecuencia, pero no la causa de la soledad.
Si queremos conocer el verdadero amor, la amistad y la felicidad, tenemos que resolver problemas fundamentales relacionados con las necesidades de nuestra propia alma. Y estas necesidades no están determinadas por la opinión de los demás, ni por su manera de tratarnos, sino que dependen exclusivamente de nosotros mismos, de nuestra capacidad de entender el sentido profundo de la vida y las leyes de la Naturaleza, del hombre y del universo.
El alma necesita no solo relaciones verdaderas, sino todo lo que pueda darle oportunidad de despertar sus potenciales ocultos, sus grandes sueños, su nobleza y su profunda sabiduría.

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