“La resignación es un suicidio cotidiano” Honoré de Balzac
La
resignación es una actitud que se adopta ante la vida, a veces tratada
como una suerte de virtud; algo así como una postura estoica para hacer
frente a todo tipo de adversidades.
Psicológicamente hablando podríamos clasificarla como una especie de resistencia pasiva.
Otras veces es interpretada como una característica de aquel que no está dispuesto a luchar, del que se da por vencido, del que acepta el destino sea éste cual sea y aunque resulte perjudicial.
La resignación tiene cierto parecido a la paciencia, aunque esta última puede tener un fin o propósito utilitario que en el caso de la resignación es más discutible. Se podría decir que la diferencia fundamental es que la paciencia es un recurso que se pone en práctica para lograr un objetivo, en ocasiones unida a la perseverancia, mientras que la resignación va unida a la renuncia y a la negación de cualquier posibilidad para alcanzar objetivo alguno.
Otras veces es interpretada como una característica de aquel que no está dispuesto a luchar, del que se da por vencido, del que acepta el destino sea éste cual sea y aunque resulte perjudicial.
La resignación tiene cierto parecido a la paciencia, aunque esta última puede tener un fin o propósito utilitario que en el caso de la resignación es más discutible. Se podría decir que la diferencia fundamental es que la paciencia es un recurso que se pone en práctica para lograr un objetivo, en ocasiones unida a la perseverancia, mientras que la resignación va unida a la renuncia y a la negación de cualquier posibilidad para alcanzar objetivo alguno.
¿Es lo mismo aceptación y resignación?
No, para nada, no nos confundamos:
Si acepto algo que no he comprendido, no lo he aceptado, me he resignado.
Como veis son dos actitudes muy diferentes, ya que la resignación nos hará sufrir, ya que seguimos esperando que la situación sea de otra forma y no como es en la actualidad. Y en ocasiones, la persona se esfuerza en cambiar la realidad.
Cuando aceptamos, asumimos la realidad, sin pretender cambiarla, sin sufrir por ella, y eso nos permite seguir buscando mejores opciones en otro camino.
Cuando acepto la situación puedo responsabilizarme de la realidad que estoy viviendo y adoptar una actitud constructiva. Resignarme comporta lamentarme y adoptar el papel de víctima, quejándome de que el coche está en el barro, o bien resolver la situación desde el resentimiento.
Un hecho que ya ha sucedido no lo puedo cambiar, pero sí puedo cambiar la interpretación mental que yo haga de ese hecho. Si mi interpretación del hecho me trae sufrimiento es que me he resignado. Si la interpretación del hecho me deja paz en mi interior es que lo he comprendido y aceptado.
Tomado de:
Querido Ser Humano
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