Puede
considerarse un valor, la
PUNTUALIDAD, que se construye por el esfuerzo de estar a
tiempo en el lugar adecuado y tiene como premisa el respeto a los demás.
El valor de la
puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones:
una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un
trabajo pendiente por entregar.
El valor de la
puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y
eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de
realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de
confianza.
La falta de
puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula
organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por
supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
Muchas veces la
impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por
ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a
tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y
retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros
gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma
el vicio de llegar tarde.
En este mismo
sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si
tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio
o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible
para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán
personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros-
representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas
da...?
Para ser
puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión,
actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el
momento preciso y necesario.
Otro factor que
obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en
nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos
cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando
pasamos al supermercado a comprar "sólo lo que hace falta", en el
pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad
el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por
equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el
descuido.
Un aspecto
importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos
realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar
mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de
nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que
nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc.,
porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.
Lo más grave de
todo esto, es encontrar a personas que sienten "distinguirse" por su
impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de
seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: "si quieren,
que me esperen", "para qué llegar a tiempo, si...", "no
pasa nada...", "es lo mismo siempre". Estas y otras actitudes
son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las
personas, su tiempo y sus actividades
Para la persona
impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos,
¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada
vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es
sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad,
pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió..
Podemos pensar
que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra
situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar
las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés,
importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras
actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo
cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera
poco a poco nos alejamos del objetivo.
La cuestión no
es decir "quiero ser puntual desde mañana", lo cual sería retrasar
una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta
para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas...
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