Entre
los valores objetivos existe una jerarquía, una escala. No todos son
iguales. Algunos son más importantes que otros porque son más
trascendentes, porque nos elevan más como personas y corresponden a
nuestras facultades superiores. Podemos clasificar los valores humanos
en cuatro categorías: 1) valores religiosos, 2) valores morales, 3)
valores humanos inframorales y 4) valores biológicos.
1. Los valores biológicos
o sensitivos no son específicamente humanos, pues los compartimos con
otros seres vivos. Entre ellos están la salud, el placer, la belleza
física y las cualidades atléticas. Desafortunadamente, muchos ponen
demasiado énfasis en este nivel. No es raro escuchar frases como ésta: Mientras tenga salud, todo lo demás no importa.
Según esto, uno lo pasaría mejor siendo un saludable jefe de la mafia
que un enfermizo hombre de bien. No eres más persona porque seas sano o
bien parecido. Eso no aumenta tu valor.
2) Los valores humanos inframorales
son específicamente humanos. Tienen que ver con el desarrollo de
nuestra naturaleza, de nuestros talentos y cualidades. Pero todavía no
son tan importantes como los valores morales. Entre éstos están los
intereses intelectuales, musicales, artísticos, sociales y estéticos.
Estos valores nos ennoblecen y desarrollan nuestro potencial humano.
3. Los valores morales
o éticos son superiores a los ya mencionados. Esto se debe a que tienen
que ver con el uso de nuestra libertad, ese don inapreciable y sublime
que nos permite ser constructores de nuestro propio destino. Estos son
los valores humanos por excelencia, pues determinan nuestro valor como personas.
Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la justicia, la
autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia. Cada
valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura
que constituye la personalidad de un hombre maduro.
4. Hay
todavía un cuarto nivel de valores, el más elevado, que corona y
completa los valores del tercer nivel, y que nos permite incluso ir más
allá de nuestra naturaleza. Son los valores religiosos. Éstos tienen que ver con nuestra relación personal con Dios.
El
mundo de hoy pasa por alto un hecho muy sencillo: la persona humana es
religiosa. Aunque seguramente será difícil encontrar esta afirmación en
un texto de sociología, no ha habido en la historia una sola sociedad
que no haya sido religiosa. Preguntar por la existencia de Dios es algo
que está íntimamente unido al por qué de la existencia humana. Buscamos
de forma natural la trascendencia, porque es lo que da sentido y
significado a nuestra vida sobre la tierra. Si el hombre cultiva los
valores religiosos con tanta tenacidad, es porque ellos corresponden a
la verdad más profunda de su ser.
Ciertas cosas son buenas para
nosotros porque nos ayudan a alcanzar nuestro fin u objetivo. Si
acertamos a descubrir a dónde vamos como hombres, cuál es nuestro
objetivo, podremos entonces saber qué es bueno para nosotros en ese
sentido.
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