viernes, 18 de noviembre de 2016
Sobre la risa y sus beneficios (1, 2 y 3)
La risa, la mejor medicina
Cuando su marido la abandonó, Nina se sumergió en una profunda
depresión. En ese oscuro lapso no encontraba muchos motivos para
sonreír, y estaba tan triste que no tenía energías para luchar. Al
verla tan cabizbaja, su amiga Nayeli la invitó a unirse a una clase
que ella estaba tomando: yoga de la risa. A Nina le sonó a meditación
o ejercicio, y aceptó sin mucho entusiasmo, sin sospechar que esa
decisión transformaría su vida.
Nina llegó al salón, se quitó los zapatos y escuchó la explicación del
profesor. Aquello no pintaba como una clase de yoga tradicional, pues
no había que pararse de manos ni enroscarse como pretzel.
La idea era reír, nada más. Nina no entendió hasta que la sesión
arrancó. Todos empezaron a mover su cuerpo mientras entonaban “jo jo
ja ja ja”, y a los pocos minutos esa risa forzada se convirtió en
carcajada genuina. Nina no podía parar, y después de dos horas hasta
el abdomen le dolía de tanto reír.
Al terminar la clase caminó un largo rato hacia su casa. Estaba llena
de emoción, le sonreía a todo mundo en la calle. En ese momento supo
que salir de la depresión estaba en sus manos, y que había encontrado
una poderosa herramienta para lograrlo.
El yoga de la risa es una disciplina relativamente nueva, concebida
por un hombre que no es ni yogui ni comediante: el doctor Madan
Kataria. Una madrugada, hace quince años, estaba escribiendo un
artículo sobre los efectos benéficos de la risa para una revista de
salud en la que colaboraba. Entonces se dio cuenta de una paradoja: en
las calles de su ciudad, Mumbai, India, la gente difícilmente sonreía,
mucho menos se carcajeaba.
Fue así como aquella madrugada le vino a la mente la idea de crear un
club de la risa. Para las siete de la mañana del mismo día, Kataria
estaba en el parque público Lokhandwala en Mumbai, India,
interceptando paseantes para hablarles sobre su idea. La mayoría lo
tiraba de a loco, pero en un rato reunió a un grupo de gente
interesada en los beneficios de salud de los que él hablaba. Al poco
rato estaban en círculo, contando chistes, muertos de la risa.
Días después, Kataria notó que los chistes se habían agotado.
“Normalmente nos reímos por la comedia y bromas, cualquier cosa
divertida, pero no funciona para todos. Mucha gente no identifica el
sentido del humor para reírse con bromas”, dice. Su solución fue
empezar a explorar una risa que no viniera de un proceso racional, una
risa más primitiva, desligada de la razón. “Descubrimos que cuando
estamos en un grupo y nos vemos el uno al otro empieza una risa
contagiosa”.
El yoga de la risa se basa en la idea de que se puede reír sin que
haya un estímulo intelectual. “Tienes que entrar en la mecánica física
de la risa, en tu cuerpo, y luego tu mente se sincroniza”, dice
Kataria. Es una especie de círculo virtuoso: te ríes, y entonces te
ríes de que te estás riendo. “No se trata de fingir la risa, en poco
tiempo la risa verdadera surge”.
(Continuará)
Sobre la risa y sus beneficios (2)
En un estudio de 1988, en Alemania, dos grupos de personas fueron
expuestos a caricaturas humorísticas. A los miembros del primer grupo
les pidieron que sostuvieran un bolígrafo entre sus dientes, lo cual
simula una sonrisa, y a los del segundo que la pusieran entre sus
labios, con lo que conseguían un gesto triste. Los que estaban
sonriendo, aunque fuera una sonrisa simulada, se rieron mucho más. Es
decir, la risa puede empezar como algo meramente físico y derivar en
un cambio interior. “En el yoga de la risa no usamos el humor para
inducir la risa: el humor viene después. Cuando ríes te vuelves más
abierto, y el humor empieza a fluir automáticamente”, dice Kataria.
“Yo mismo no me reía mucho antes de empezar la yoga de la risa. Ahora
puedo reírme de cualquier cosa. La risa puede hacer que desarrolles el
sentido del humor”.
El “invento” de Kataria se ha propagado con casi tanta facilidad como
las risas: quince años después de su nacimiento se han creado miles de
clubes alrededor del mundo, en 60 países. A México llegó hace tres
años, después de que Nathan Mansbach, dentista y psicólogo, quien
también imparte clases de Hata Yoga y de Yoga Terapéutica, lo
descubrió. “Una vez fui a Estados Unidos a tomar un curso de Yoga
Terapéutica para la columna y una chica pidió la hora de la comida
para dar una clase de yoga de la risa. Y fue increíble. No podía parar
de reír”. Nathan recuerda que de niño era muy travieso, pero que con
el tiempo se fue haciendo perfeccionista y enojón. Aquel día volvió
inesperadamente a su infancia… y ahora regresa a ella frecuentemente.
“Los niños juegan y se ríen solitos, no necesitan nada. Nosotros
trabajamos el espíritu juguetón, sin estructura, sin necesidad de
pensar”, dice.
Nathan se certificó como Maestro con el Dr. Madan Kataria y fue
nombrado embajador del movimiento mundial de la Risa en México.
Después de haber fundado la Escuela Mexicana de Yoga de la Risa, A.C.,
lleva tres años impartiendo cursos y entrenando líderes de la Risa
alrededor de la República Mexicana.omQue esta disciplina sea “de la
risa” no quiere decir que se pueda tomar a la ligera. “Necesitamos
crear un conciencia y un sensibilidad especial para entender que
estamos compartiendo con personas que atesoran un cúmulo de
experiencias y de emociones. Nuestra tarea consiste en facilitar su
apertura y su sanación, tanto física como emocional y espiritual. Es
como abrir un llave que durante mucho tiempo estuvo cerrada” explica
Nathan.Además de ser una válvula de escape, ¿cuáles son esos efectos
benéficos de la risa sobre la salud que llevaron a Kataria a inventar
el yoga de la risa? Antes de escribir aquel artículo de 1995, él había
leído sobre el caso de Norman Cousins, un periodista que sufría
artritis inflamatoria, y que afirmaba que no había mejor analgésico
que la risa que le provocaban las películas de los Hermanos Marx. Las
de Cousins no eran alucinaciones. En 1928 un médico en Nueva York ya
había documentado que la risa ayudaba en el dolor postoperatorio, y a
partir de entonces otros estudios han apoyado esa hipótesis. “Después
de una sesión tu cerebro libera una sustancia llamada endorfina, la
hormona que te hace sentir bien” dice el Dr. Kataria. Y la endorfina
es conocida, entre otras cosas, por ser el analgésico natural del
cuerpo humano.
(Continuará)
Sobre la risa y sus beneficios (3)
Los doctores Lee Berk y Stanley Tan, de la Universidad de Loma Linda,
California, han hecho varios estudios sobre los efectos del humor en
el sistema inmunológico. Descubrieron que la risa ayuda a combatir el
cáncer, la diabetes e infecciones respiratorias, entre otros males.
“Antes me enfermaba todo el tiempo. Ahora, después de 15 años de reír,
me es imposible recordar cuándo fue la última vez que me resfrié. Y no
sólo soy yo. Otros miembros de los clubes de la risa afirman
enfermarse menos”, dice Kataria.
También gracias a las endorfinas, la risa combate el estrés. El buen
humor es inversamente proporcional a la depresión. “Es la enfermedad
más común en el mundo, y todos los meses me llegan correos de cientos
de personas que se han curado. Y eso me hace sentir bien todos los
días”, dice Kataria. Esa actitud positiva que se consigue fácilmente a
través de la risa es también un arma para enfrentar los obstáculos de
la vida, por duros que sean. “Mucha gente que sufre de cáncer cree que
la vida ya no merece ser vivida, se deprimen y se enojan. He trabajado
con siete pacientes con cáncer cuya actitud cambió, y su calidad de
vida aumentó”, cuenta Kataria, quien siempre está alegre.
Pero no hay que estar enfermo ni deprimido para hacer yoga de la risa.
“Todos estamos tan estresados que necesitamos reír en cualquier
momento de nuestras vidas”. Existen clubes (grupos) para adultos
mayores, que son los que más se imparten, pero también hay para
universidades, oficinas y hasta jardines de niños.
Dice Kataria que los niños pueden reírse 300 o 400 veces al día y que
conforme crecemos esa cifra disminuye hasta 15. Pero a él le preocupa
que los niños de ahora no se ríen como los de antes. “Antes los niños
salían a jugar, pero los de ahora están imbuidos con internet,
videojuegos, televisión, iPods y demás aparatos electrónicos. Para su
desarrollo emocional también deberían jugar afuera. Ahora no vemos
muchos niños riendo. Los niños menores de cinco años sí ríen, pero más
grandes ya no. La competencia en las escuelas los hace serios, no se
divierten como antes”, dice.
Nathan dice que, por lo menos en México, las instituciones se resisten
a introducir el yoga de la risa en las escuelas. “Son esquemas muy
rígidos. Creen que los alumnos se van a salir de control”, dice. Algo
similar sucede en las empresas. “Piensan: si los pongo a reír se
pierde la solemnidad de su trabajo. La gente relaciona seriedad con
responsabilidad y eso es un error”. El yoga de la risa ayuda a la
gente a relacionarse mejor, a liberar tensión y, por lo tanto, a
rendir más. “Hay escuelas y empresas que sí lo han entendido, ha
funcionado muy bien”.
Por si fuera poco, hay estudios que demuestran que las personas
sonrientes resultan mucho más atractivas, y que las parejas que se
ríen duran mucho más tiempo juntas. “Después de su primera clase un
chavo llegó a su casa y su papá le preguntó a dónde había ido que se
le notaba tan feliz, que si había salido con una muchacha”, recuerda
risueño Nathan.
Gente que aparentemente no necesita más risas en su vida es fanática
del yoga de la risa. Por ejemplo, el legendario comediante inglés John
Cleese, parte del grupo Monty Pyhton, es fanático de esta disciplina.
“Vino a Mumbai en 2001 y estaba sorprendido de lo fácil que es reír
cuando lo haces en grupo. Dijo que hacer reír a la gente es un trabajo
muy difícil, que él se esfuerza muchísimo y difícilmente consigue los
mismos resultados. John Cleese estaba completamente impresionado”,
cuenta Kataria.
Nathan confiesa que, antes de practicarlo, ya había escuchado del yoga
de la risa, pero nunca imaginó cómo era ni sus efectos. Tuvo que
experimentarlo para saber de qué se trataba. “Es una experiencia que
tienes que vivir y sentir para entender. Si crees que reír sin razón
aparente es absurdo, ve a un club de la risa y cambiarás de parecer”
dice el Dr. Kataria.
Nina lleva sólo un mes haciendo yoga de la risa, y se siente
completamente transformada. “El pasado lo veo como una experiencia, ni
buena ni mala”. De estar deprimida pasó a ser una persona que disfruta
su vida a plenitud, que sonríe todo el tiempo y que intenta contagiar
su alegría a cada una de las personas que la rodean.
Esa es la filosofía del yoga de la risa. “Lo que nos interesa es que
la risa se vaya diseminando, con la idea de elevar la vibración del
planeta Tierra”, explica Nathan. El Dr. Kataria está convencido de que
es posible cambiar al mundo. “Cuando ríes, cambias. Y cuando cambias,
el mundo a tu alrededor cambia. Si hay más gente feliz, esa felicidad
estará a su alrededor. Y así se propaga la paz”
fuente: ar.selecciones.com
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