La
decencia es el valor que nos hace conscientes de la propia dignidad
humana, por él se guardan los sentidos, la imaginación y el propio cuerpo,
de exponerlos a la morbosidad y al uso indebido de la
sexualidad.
Posiblemente uno de los valores que habla más de
una persona es la decencia, para vivirla se necesita educación,
compostura, buena presencia y respeto por los demás, pero es muy notable
la delicadeza que guarda respecto a la sexualidad humana y todo lo que de
ella se deriva.
SIR WALTER RALEIGH
Vivía en
Inglaterra un hombre noble y valiente que se llamaba Walter Raleigh. No
sólo era noble y valiente, sino apuesto y galante. Y por ese motivo la
reina le nombró caballero, y lo llamó sir Walter Raleigh.
Os contaré
la historia.
Cuando
Raleigh era joven, caminaba un día por una calle de Londres. En esa época
las calles no estaban pavimentadas, y no había aceras. Raleigh iba vestido
con mucha elegancia, y usaba una bella capa roja sobre sus
hombros.
Mientras
andaba, le costaba no pisar el lodo y no ensuciarse sus elegantes zapatos
nuevos. Pronto llegó a un charco de agua fangosa que iba de un lado al
otro de la calle. No podía cruzar. Tal vez pudiera saltar.
Mientras
tomaba su decisión, irguió la cabeza. ¿Y a quien vio del otro lado del
charco?
A Isabel,
reina de Inglaterra, con su séquito de cortesanas y doncellas. La reina
vio el charco de agua sucia. Vio al apuesto joven de capa escarlata que
estaba del otro lado. ¿Cómo iba a cruzar?
El joven
Raleigh, al ver quién venía, se olvidó de sí mismo y sólo pensó en ayudar
a la reina. Había una sola cosa que podía hacer, y ningún otro hombre
habría pensado en ello.
Se quitó
la capa roja, la tendió sobre el charco. Ahora la reina podía cruzar como
si pisara una bella alfombra.
La reina
cruzó el charco, y sus pies no tocaron el lodo. Se detuvo un
instante para darle las gracias al joven.
Mientras
ella se alejaba con su séquito, preguntó a una de las
cortesanas:
- ¿Quién
es ese gallardo caballero que tuvo la gentileza de ayudarnos?
- Se llama
Walter Raleigh -dijeron las cortesanas.
- Tendrá
su recompensa -declaró la reina.
Poco
después, pidió a Raleigh que fuera a palacio.
El joven
fue, pero no tenía capa para llevar. Luego, en presencia de los grandes
hombres y damas d Inglaterra, la reina lo nombró caballero. Y desde
entonces fue conocido como sir Walter Raleigh, el favorito de la
reina.
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