El
optimismo, nos permite encontrar soluciones, ventajas y posibilidades ante los
inconvenientes surgidos. La diferencia de su valor opuesto, el pesimismo, es que
la primera nos insiste en apreciar todas las cosas, lograr que nuestras
actitudes cambien.
Sin
embargo, cabe aclarar que no siempre la consecuencia lógica del optimismo es el
éxito. Sino que a veces podemos equivocarnos y lograr los resultados esperados.
Esto nos da ha entender que el optimismo es una actitud de recomenzar
permanentemente sobre nuestras acciones, decisiones, hechos y vivencias; para
ver en que fallamos y comprenderlos para en un futuro inmediato, superarnos y
lograr los objetivos tan deseados.
Las
personas que poseen este valor, no se creen los conocedores de los recursos
necesarios para triunfar ante cualquier circunstancia, sino que saben buscar
ayuda como una alternativa para mejorar, o en el mejor de los casos alcanzar sus
objetivos propuestos. Esto no desacredita nuestro esfuerzo personal, sino que
nos hace más sinceros en nuestras iniciativas.
El
optimista refuerza y alimenta su perseverancia. Es una persona que se detiene a
pensar en todas las posibilidades, luego las piensa y toma la que considera
pertinente para esa ocasión. Esto evita que nos engañemos ante una falsa
realidad que nos asegura una vida más fácil y placentera.
En todas
las instancias de nuestra vida deben ser optimistas. Por ejemplo, ante las demás
personas podemos lograr una mejor relación, ya que nos predispondremos ante
ellos de una manera positiva. Reconoceremos en el momento adecuado el aliento
que el otro necesite, la motivación o solamente la presencia que el
necesite.
Cada persona tiene algo bueno, cualidades y aptitudes y por ende defectos. En estos últimos podemos ayudarlos a superarlos o hacerles ver en que se equivocan. El optimismo, es el valor justo que nos ayuda a reconocerlos. Por eso dejemos ayudar, no nos encerremos en nosotros mismos después de los fracasos.
Cada persona tiene algo bueno, cualidades y aptitudes y por ende defectos. En estos últimos podemos ayudarlos a superarlos o hacerles ver en que se equivocan. El optimismo, es el valor justo que nos ayuda a reconocerlos. Por eso dejemos ayudar, no nos encerremos en nosotros mismos después de los fracasos.
Entonces
nos preguntamos, ¿Cómo hacemos para alcanzar esa actitud optimista? Y la
respuesta es simple: “solamente hace falta disposición entusiasta y
positiva”.
Por ello, siempre analiza las situaciones desde esta perspectiva y veras que las cosas pueden llegar a solucionarse mas rápido de lo que esperabas.
Por ello, siempre analiza las situaciones desde esta perspectiva y veras que las cosas pueden llegar a solucionarse mas rápido de lo que esperabas.
Nunca
critiques o te quejes de alguna persona, sino que esfuérzate y sugiérele
opciones y soluciones, que muchas veces el enceguecido no la ve. Si so honesto y
justo, descubrirás en esa persona cualidades y capacidades que no creías de su
existencia.
En cambio,
si es a ti el que no te salen las cosas, sincérate contigo mismo y pide ayuda en
otras personas, logrando así una posible solución de manera más rápida. De igual
manera, analiza las decisiones, pues muchas veces la ligereza no lleva al camino
de la imprudencia y no al del optimismo.
Por lo
tanto, una persona optimista es aquella que siempre ha encontrado en la desdicha
incitaciones para superarse, ya que podemos lograr un aprendizaje positivo de
nuestros errores y equivocaciones. Seres personas productivas y emprendedoras en
la medida que nos esforcemos y manifestemos de manera alegre, el valor del
optimismo.
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