Morir de amor
Durante el despecho o “tusa”, como le dicen los
colombianos, se producen también unos cambios dramáticos en el cerebro que
tienen que ver con un área
llamada el córtex cingulado anterior, la misma que se
activa cuando una persona sufre una experiencia dolorosa, no solo afectiva, sino
física. Una bailarina que se
fractura justo antes de una presentación siente el dolor
multiplicado por 20. Es parecido durante el despecho, porque la dopamina es
adictiva y por eso la gente la
busca. Existe el “mal de amor”, que recibe el nombre de
síndrome de Tako-Tsubo . La sensación de ‘corazón partío’ es real y tiene que
ver con la neurobiología,
pero también con la sensación de pérdida del gozo
absoluta. La duración de la “tusa” depende de si la persona tiene buenos
mecanismos de defensa. Si es madura,
saldrá adelante sola, pero es válido que busque ayuda en
sus amigos, en su familia y por qué no, terapéutica. Es importante trabajar en
el duelo y debe resolverse
antes de seis meses. Cuando la ruptura ha sido por
infidelidad duele más. Pero actualmente muchos infieles se escudan en que: “Lo
mío es una enfermedad”.
Según Palacios, “hay cosas que traemos genéticamente,
otras se adquieren en el medio. Yo guardaría el optimismo de que, a pesar de
tener ese gen, si uno está
verdaderamente enamorado, comprometido, si el otro o la
otra lo llena y usted compromete su espíritu, puede superar la
genética”.
FUENTE
http//www.elpais.com
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