Mientras que en el caso de los animales
hablamos de sensaciones puramente físicas o relacionadas con el
impulso, en el caso del ser humanos hablamos de sentimientos, aquellas
expresiones que son combinación tanto de las sensaciones físicas como de las
construcciones psicológicas y anímicas que una persona realiza ante determinados
eventos. En este sentido, podemos señalar que los sentimientos son una
importante característica del ser
humano ya
que moldean y transforman su personalidad, su carácter, su autoestima, su visión del mundo de muy diferentes
maneras.
Cuando hablamos de sentimientos
hacemos referencias a las diferentes formas en las que el cuerpo y la psiquis o
la mente se expresan ante determinadas situaciones. Así, algunos de los
sentimientos más comunes son la alegría, la tristeza, la ira, la paciencia, la
tranquilidad, la ansiedad. Todos ellos se demuestran a través de diferentes
rasgos físicos (por ejemplo, la alegría a través de una sonrisa o la tristeza
con lágrimas), del mismo modo que también se representan a nivel psicológico
cambiando el estado de ánimo, el autoestima, la seguridad de
una persona.
Se entiende que la
importancia de los sentimientos reside en el hecho de que son diversas formas a
través de las cuales la persona demuestra cómo diferentes situaciones o
vicisitudes afectan su personalidad y su carácter. Así, los sentimientos son los
fenómenos que nos constituyen desde lo más simple a lo más complejo como
individuos únicos, capaces de sentir muy diversas cosas y completamente
diferente, por ejemplo, a las máquinas. Los sentimientos hacen que una persona
se diferencie de una roca ya que la misma, al no ser un ser vivo, no recibe
ningún tipo de reacción ante el cambio. Los sentimientos humanos nos colocan,
además, mucho más cerca a nuestro yo más íntimo ya que es el momento de mayor
sentimentalidad aquel en el cual los estímulos surgen y se hacen claramente
visibles.
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