La compasión se enfoca en descubrir a
las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de
servicio.
Parece ser que la
compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra vida, con aquellos
que han caído en desgracia y los desvalidos. La capacidad de conmovernos ante
las circunstancias que afectan a los demás se pierde día a día, recuperar esa
sensibilidad requiere acciones urgentes para lograr una mejor calidad de vida en
nuestra sociedad.
Compadecerse es una forma de compartir
y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan
a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les
faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.
Diariamente ocurren todo género de
desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los
accidentes. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas,
colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda
humanitaria.
Ante todo, debe quedar claro que tener
compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas
veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de
nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas
palabras para aparentar condolencia.
Por otra parte, pasa el tiempo y vemos
con asombro la indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los
contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo
parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace
indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar
Sin embargo, son las personas que nos
rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se
transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos
momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye
a elevar de forma significativa nuestra calidad humana:
- Quien visita al amigo o familiar que
ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su
estado, está pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura
llevar alegría y tener momentos agradables.
- La reacción comprensiva de un padre o
madre de familia ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una
travesura deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última
vez que ocurra…
- En la escuela el profesor que
consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero
con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance
para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio.
- Los jóvenes que participan en
actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la
ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego
de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus
modales…
- Toda persona en la oficina que roba
tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus
compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de
trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto.
Con el valor de la compasión se
reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio por poner a
disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se
hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en
sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al
ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda
desinteresada.
Aunque la compasión nace en el interior
como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos
crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno
de oportunidades para nuestra mejora personal:
- Evita criticar y juzgar las faltas y
errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta
de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En
consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo
necesario para ayudarles.
- Observa quienes a tu alrededor
padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y
ejecuta tus propósitos.
- Centra tu atención en las personas,
en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de
efecto que les tengas.
- Rechaza la tentación de hacer notar
tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería
soberbia e interés.
- Visita centros para la atención de
enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar
medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás
que la compasión te llevará a ser útil de verdad.
Es tan enriquecedora la
compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se
enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una
actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil
sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo.
fuentehttp//encuentra.com
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