domingo, 3 de agosto de 2014

ALTRUISMO:.

El anonimato es la expresión más genuina del altruismo.
El término altruismo lo forjó el filósofo Augusto Comte, padre del positivismo, a partir de la palabra italiana Altrui -el otro-, derivada del latín alter, a. La idea del filósofo fue aportar el término opuesto a egoísmo, que no acaba de serlo la palabra generosidad, pues en ella no se explicita que el beneficiario de la misma sea precisamente el otro.
El altruismo se refiere a la solidaridad interpersonal.
Hay dos aspectos que definen el altruismo: La simpatía y el compromiso. La simpatía se apoya sobre valores de bondad y caridad. El compromiso considera un acto que se sabe va a beneficiar más a otro que a sí mismo, implicando un sacrificio personal. El compromiso se inscribe en una ética de la responsabilidad. Porque se trata de actuar concretamente sobre el presente y sobre el futuro para proporcionar mayor bienestar al resto de la sociedad, implicando una inversión personal para el desarrollo de bienes comunes. Recordemos, como ya hemos hecho en otras ocasiones, que la moral se refiere a la conciencia individual, mientras que la ética se refiere a una moral social.
El Diccionario de la Real Academia define altruismo como “esmero y complacencia en el bien ajeno, aun a costa del propio, y por motivos puramente humanos”. En definitiva, el altruismo es una actitud aceptada y querida de buen grado. El altruismo y la solidaridad tienen una dimensión claramente humana y de servicio a la sociedad que se pone a prueba si para prestar ayuda a los demás tenemos que renunciar a beneficios propios, inmediatos y significativos.
El conocimiento y aprendizaje del altruismo nos hace contrarrestar el ejemplo de unos contravalores que empujan a la servidumbre del egoísmo, de la avaricia, de la ambición, del poder y del desenfreno de las pasiones. Hacer la vida más agradable a los demás, procurar en nuestra medida la felicidad de los otros, no suele ser “santo de devoción”, por desgracia, para la mayoría de los seres humanos. De ahí la trascendental importancia de una educación para la solidaridad y el altruismo desde el hogar y desde la escuela para nuestros pequeños, especialmente.
El altruismo y la solidaridad se alzan como única alternativa válida capaz de variar los hábitos de la competitividad, que conducen, de manera segura, a un egoísmo e individualismo exacerbados.

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