lunes, 29 de septiembre de 2014

Amor

El amor es el sentimiento más importante de los seres humanos. El amor es comprender, servir, dar, compartir, querer, respetar y convivir.
A través del amor podemos compartir cosas buenas y malas con lo que nos rodean.
No sólo sentimos amor por nuestros padres, sino también por nosotros mismos,
por nuestros semejantes y por el medio ambiente que nos rodea. 
En nuestra familia, gracias al amor, participamos de las alegrías y fracasos,
del mismo modo como lo haríamos con un amigo... cuando nos sentimos apreciados, respetados y comprendidos,
mejoramos la convivencia y fomentamos el espíritu.

viernes, 26 de septiembre de 2014

ALGO MAS SOBRE LA LEY DEL DESAPEGO


En el desprendimiento se encuentra la sabiduría de la incertidumbre. . . en la sabiduría de la incertidumbre reside la libertad de nuestro pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento pasado. Y en nuestra voluntad de dar un paso hacia lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del universo.
Pondré a funcionar la ley del desapego en la práctica haciendo un compromiso para seguir los siguientes pasos:
1. Hoy voy a comprometerme con desapego. Me permitiré y a los que me rodean, la libertad de ser lo que son. No impondré rígidamente mi idea de cómo deben ser las cosas. No voy a forzar soluciones a los problemas, creando así nuevos problemas. Voy a participar en todo con desapego.
2. Hoy tendrán en cuenta la incertidumbre como un ingrediente esencial de mi experiencia. En mi disposición a aceptar la incertidumbre, las soluciones surgirán espontáneamente de los problemas, de la confusión, el desorden y el caos. Ante las cosas que más inciertas parezcan, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es mi camino a la libertad. A través de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3. Voy a entrar en el campo de todas las posibilidades y anticipar la emoción que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de opciones. Cuando entro en el campo de todas las posibilidades, experimentaré toda la diversión, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
 
Deepak Chopra

miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA LEY DEL DESAPEGO

LA 6TA DE LAS 7 LEYES FUNDAMENTALES DEL ÉXITO DE DEEPAK CHOPRA
 
Salta a la vista que entender y utilizar esta ley es fundamental para la realización de nuestro potencial. Se afirma en el principio que la seguridad no existe.
Que lo maravilloso ocurre en el campo de
lo incierto, que es el suelo fértil de la creatividad pura.
Cuando actuamos sin tratar de forzar los resultados, nos abrimos a un sinfín de posibilidades.
Es que como no estamos todos a un solo camino, somos capaces de ver muchos otros y si lo deseamos, de improvisar, probar otras opciones, jugar con las posibilidades.
A veces les damos vida a nuestros deseos en forma inesperada. Pero lo mejor de todo es que la vida se convierte en una aventura mágica y sorprendente.
¿Cómo poner en práctica la Ley del Desapego?
Un ejercicio muy eficaz es “programarse mentalmente todos los días”, para no exigir ni esperar ciertos resultados.
Desenvolverse con amor y buena intención…y dejar que el mundo fluya…
Permitamos que quienes nos rodean sean tal y como son.
No impongamos comportamientos, no tratemos de cambiar personalidades, ni forzar soluciones
¿Qué traerá hoy la vida?  Veremos…       

martes, 23 de septiembre de 2014

Cómo mantenerse joven



1. Elimine los números que no son esenciales. Esto incluye la edad , el peso y la altura..
Deje que los médicos se preocupen de eso.  
2. Conserve sólo los amigos divertidos . Los depresivos tiran para abajo.
(Recuerde esto si es uno de estos depresivos!)
3. Aprenda siempre:
Aprenda más sobre computadoras, artes, jardinería o lo que sea. No deje que su cerebro se vuelva perezoso.
'Una mente perezosa es la oficina del Alemán.' ¡Y el nombre del Alemán es Alzheimer!

4. Aprecie más las pequeñas cosas
5. Ría muchas veces , durante mucho tiempo y muy alto. Ría hasta que le falte el aire.
¡Y si tiene un amigo que lo hace reír, pase mucho y mucho tiempo con él/ella!
6. Cuando las lágrimas aparecieran
Aguante, sufra y supérelo.
La única persona que se queda con nosotros toda la vida somos nosotros mismos.
VIVA mientras esté vivo.

7. Rodéese de las cosas que ama:
La familia, animales, plantas, hobbies o lo que sea.
Su hogar es su refugio.

8.. Cuide su salud:
Si es buena, manténgala.
Si es inestable, mejórela.
Si no consigue mejorarla, busque ayuda.

9. No haga viajes de culpa. Viaje al centro comercial, a un país diferente, NO  donde  haya culpa

10. Dígale a las personas que ama que las ama en cada oportunidad.
Y si no envía este mensaje, ¿a quién le importa? Serán sólo menos personas que dejarán de sonreír al ver un mensaje suyo. 
¡Pero si puede por lo menos compártalo con alguien!

BE HAPPY!!!

lunes, 22 de septiembre de 2014

TENER FE

Tener fe es “ACEPTAR” lo que Dios permite en nuestra vida aunque no lo entendamos, aunque no nos guste. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
 
Tener fe es “DAR” cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.
 
Tener fe es “CREER” en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil.
Si la llama de la confianza se extingue, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Pero todavía hay una forma mas elevada de creer. Saber que nuestra vida está en las manos de Dios y que Él es quien cuida de nosotros.
 
Tener fe es “GUIAR, DIRIGIR” nuestra vida, pero no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.
 
Tener fe es “LEVANTARSE” cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.
 
Tener fe es “ARRIESGAR” todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.
 
Tener fe es “VER” positivamente hacia adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.
 
Tener fe es “CONFIAR” pero confiar no sólo en las cosas y en las personas, sino en el Dios que obra, actúa y habla a través de las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente que lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquel en quien confías dos veces.
 
Tener fe es “BUSCAR” lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar. Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.
 
Tener fe es “ANDAR” por los caminos de la vida de la misma forma en que lo hace un niño. Tomados de la mano de nuestro padre. Tener fe es dejar nuestros problemas en manos de DIOS y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es descansar en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.
 
“Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar y esperar que las situaciones difíciles cambien, y la necesaria humildad para aceptar que muchas veces el que tiene que cambiar, eres tú”

Tomado de: VITAMINAS PARA EL ALMA

martes, 16 de septiembre de 2014

En este momento de mi vida...


" En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan solo la ternura
 de un amor y la compañía de mis amigas y amigos. Unas cuantas carcajadas y unas
palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos.
Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asome
la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas.
Por lo demás, podría comer papas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por lo que pago con gusto todo el precio que haya que pagar.
Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario.
Echar de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado.
No dejar de sorprenderme de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería.
Y que el día en que me toque esfumarme, un  puñadito
de personas piensen que valió la pena que yo anduviera por aquí.
Sólo quiero eso "

                          Ángeles Caso. (España)

lunes, 15 de septiembre de 2014

DE LAS 7 LEYES DEL ÉXITO: LA LEY DEL DAR

DEEPAK CHOPRA

La Ley del Dar, hace referencia al intercambio dinámico que es la acción de dar, ya que dar es lo mismo que recibir. El concepto es: si quieres felicidad, dales felicidad a otros, si quieres amor, ama a los demás. Si quieres que te valoren y de aprecien, valora y aprecia a los que te rodean. Como dice un viejo proverbio hindú: “”Ayudando a mi hermano a cruzar el río, llegue con él a la otra orilla…”” ¿Cómo poner esta Ley en práctica?
Hazte el firme propósito de obsequiarle algo a toda persona que encuentres en tu camino. Recuerda que lo que des no tiene que ser material. Hay regalos intangibles que valen mucho más que cualquier objeto material, por ejemplo: un halago, una palabra de aliento o de agradecimiento, una sonrisa de Buenos Días,  un abrazo o sencillamente, el regalo de escuchar, con sinceridad, son presentes muy valiosos
Al mismo tiempo, obra con espiritualidad. Ábrete a todo lo que la vida te obsequia día a día: la lluvia, el sol, las estrellas, la luna, el canto de un pájaro, las flores, un arcoíris o el amor…Aprécialo todo, deléitate en el instante que vives, porque es único, y agradécelo a la vida de corazón.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Parte final de Oración para que Don Quijote no muera

Por Eduardo Santa
 
“Haz,  pues Señor, que nuestro Andante Caballero, en lugar de quedarse muerto en el papel, tal como lo dejó Cervantes, tendido en medio de hermosos lingotes, de ornamentadas letras, de admirables y famosas ilustraciones y grafismos, salga de pronto de sus catafalcos impresos, cuidadosamente ordenados y clasificados en las penumbrosas bibliotecas, al simple conjuro de sus lectores, para que penetre no solo en sus cerebros sino para que también se apodere de sus corazones y para que, en una palabra, vuelva a vivir de cuerpo entero, con toda su locura de luchador de imposibles, y vuelva a levantar, también, en este mundo caótico y atormentado, la adarga de su ideal y la antorcha de su fe en los más altos valores del espíritu”

A ESO

A eso de caer y de volver a levantarse… De fracasar y volver a comenzar… De seguir un camino y tener que torcerlo… De encontrar el dolor y tener que afrontarlo…A eso no le llames adversidad…llámalo sabiduría.
A eso de sentir la mano de Dios y saberte impotente… De fijarte una meta y tener que seguir otra… De huir de una prueba y tener que encararla… De emprender un vuelo y tener que recortarlo…
A eso de aspirar y no poder…De querer y no saber…De avanzar y no llegar…A eso no le llames castigo…llámalo enseñanza.
A eso de pasar juntos días grises y días radiantes, días felices y días tristes, días de soledad y días de compañía....A eso no lo llames rutina…llámalo experiencia.
A eso que tus ojos miren, y tus oídos oigan y tu cerebro ro funcione y tus manos trabajen tu alma aspire y tu sensibilidad sienta, y tu corazón ame…
No lo llames poder humano…a eso, llámalo  milagro divino.
ANÓNIMO

jueves, 11 de septiembre de 2014

EL DESPRENDIMIENTO

Es un valor, cuya función principal es enseñarnos a utilizar correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos, los cuales muchas veces pueden llegar a estar al servicio de los demás. El desprendimiento definitivamente, nos educará para no girar en torno de las cosas materiales y pongamos el corazón en las personas.
Dos cuestiones fundamentales en este valor, son superar el egoísmo e indiferencia al que acostumbramos a dejarlos como parte de nuestro ser. Para ello debemos reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos casos, carencias. Lo bueno es dejar de lado, todo lo que nos hace ser indiferentes, para colaborar en el bienestar de los demás.
La importancia que le cedemos a las cosas, el uso que hacemos de ella y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás, son algunos aspectos que hacen al valor del desprendimiento.
Recuerda, los esfuerzos que hacemos a diario para poseer todo aquello que soñamos… son muchas veces bienes materiales, que nos crean una falsa ilusión y al cual pretendemos darle el valor de cubrir con nuestro vacío interior. Por ello, no dejemos que estas simples cosas se conviertan en los afectos en el orden principal, dejando de lado a las demás personas y su bienestar.
Debemos tener en cuenta, que el cuidar de nuestras cosas y el buen uso que hacemos de ellas, no tienen nada que ver con el afecto denominado apego a las cosas materiales. Y justamente se origina en los recuerdos y el valor económico que generó la adquisición de los mismos.
Justamente, el desprendimiento es el valor que nos ayuda a superar el aprecio y el sentimiento de posesión y exclusividad hacia determinadas cosas, para ofrecerlos gratamente a los demás.
Este valor, cabe aclarar muchas veces se presta a confusión con el solo hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos y no lo pensamos volver a manipular. Pero esa actitud, lo único que hace es manifestar hacia la persona que lo recibe, poco respecto por parte nuestra.
Otra cuestión a tener en cuenta, es que este valor se centra en otros recursos más allá de los materiales. Por ejemplo: son importantes los momentos que brindamos en cuanto a nuestros conocimientos, cualidades y habilidades; hacia las otras personas. Pero siempre ello implica dejar de lado nuestro tiempo de ocio y descanso, preferencias y comodidades, para ayudar a quien lo necesite.
Por ello, consideramos que el desprendimiento es una entrega totalmente generosa de lo que posemos y que por ende no tiene medida para su cumplimiento. Ejemplos de este valor podrían ser siempre de acuerdo a tus posibilidades, el cumplimiento en distintas obras de beneficencias, enseñar y aprender de todo lo que sabes hacia los demás, regalar cosas a las cuales considerar que son un apego, decir sí aunque te cueste cuando te pidan algo prestado, entre otras cosas.
En pocas palabras, este valor nos ayuda a nosotros y por ende sociedad en su conjunto, ya que nos permite crecer como personas siendo más bondadosas y generosas. A su vez sentiremos que todos nuestros círculos íntimos (amigos y familiares) mejoraran relacionalmente y nos hará personas más actuantes desde el corazón.
Del blog: VALORES HUMANOS

viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Qué es la resignación

La resignación es un suicidio cotidiano” Honoré de Balzac

La resignación es una actitud que se adopta ante la vida, a veces tratada como una suerte de virtud; algo así como una postura estoica para hacer frente a todo tipo de adversidades.
Psicológicamente hablando podríamos clasificarla como una especie de resistencia pasiva.
Otras veces es interpretada como una característica de aquel que no está dispuesto a luchar, del que se da por vencido, del que acepta el destino sea éste cual sea y aunque resulte perjudicial.
La resignación tiene cierto parecido a la paciencia, aunque esta última puede tener un fin o propósito utilitario que en el caso de la resignación es más discutible. Se podría decir que la diferencia fundamental es que la paciencia es un recurso que se pone en práctica para lograr un objetivo, en ocasiones unida a la perseverancia, mientras que la resignación va unida a la renuncia y a la negación de cualquier posibilidad para alcanzar objetivo alguno.
¿Es lo mismo aceptación y resignación?
No, para nada, no nos confundamos:
Si acepto algo que no he comprendido, no lo he aceptado, me he resignado.

Como veis son dos actitudes muy diferentes, ya que la resignación nos hará sufrir, ya que seguimos esperando que la situación sea de otra forma y no como es en la actualidad. Y en ocasiones, la persona se esfuerza en cambiar la realidad.
Cuando aceptamos, asumimos la realidad, sin pretender cambiarla, sin sufrir por ella, y eso nos permite seguir buscando mejores opciones en otro camino.
Cuando acepto la situación puedo responsabilizarme de la realidad que estoy viviendo y adoptar una actitud constructiva. Resignarme comporta lamentarme y adoptar el papel de víctima, quejándome  de que el coche está en el barro, o bien resolver la situación desde el resentimiento.
Un hecho que ya ha sucedido no lo puedo cambiar, pero sí puedo cambiar la interpretación mental que yo haga de ese hecho. Si mi interpretación del hecho me trae sufrimiento es que me he resignado. Si la interpretación del hecho me deja paz en mi interior es que lo he comprendido y aceptado.
Tomado de:
Querido Ser Humano

martes, 2 de septiembre de 2014

Mas sobre el miedo a la soledad ¿Qué necesita el alma?(4)

JELENA SIKIRICH
Necesita encontrar el sentido de la vida. Saber por quién y por qué vive y muere. Soñar profundamente, con toda su fuerza, y tener una obra sagrada para encarnar sus sueños.
Un hombre sin sentido de la vida, sin grandes sueños, sin obra sagrada, está realmente solo.
El alma necesita algo que pueda unir la vida y la muerte, lo visible y lo invisible. Necesita el camino, saber de dónde viene y a dónde va. Necesita a alguien que la conduzca por el camino, que le sirva de ejemplo de nobleza y de todas las virtudes, alguien de plena confianza. Un hombre sin camino y sin maestros está realmente solo.
El alma necesita armonía y belleza como fuentes de inspiración permanente. Necesita estar segura de que hay cosas y valores que no mueren. Necesita sentir lo eterno y lo inmortal. Necesita las referencias sagradas, las apoyaturas de lo divino. Un hombre sin lo sagrado, lo bello y lo eterno está realmente solo.
El alma necesita intuir la presencia divina en todas las cosas, sentir la bendición y la protección de ese “Algo” enigmático, sublime y misterioso. Un hombre sin Dios está realmente solo.
El alma necesita llegar a entender que no hay nada casual en el universo y que nunca le sucede nada que no sea capaz de superar. Que todo lo auténtico en la vida está marcado por el Destino. Un hombre incapaz de entender el Destino y sus signos, de intuir la Providencia y su propia predestinación está realmente solo.
El alma necesita tal tipo de relaciones con otros hombres que sean algo más que un simple brote de emociones. Necesita “almas gemelas” que compartan su camino, sus sueños y sus luchas. Un hombre sin almas cercanas, sin compañeros unidos por un mismo camino, está realmente solo.
El alma también tiene miedo de la soledad, pero sus temores son de otro tipo. No le preocupan tanto las cosas que podría conseguir o perder. Sus preocupaciones son mucho más profundas. No le preocupan tanto los errores de otros como sus propios errores. Y su felicidad no depende de lo que pueda obtener de otros sino de su propia capacidad de amor, sacrificio y dación.
Parece paradójico, pero precisamente cuando un hombre ya no necesita nada para sí mismo, el Destino le hace encontrar en su camino a seres queridos, verdaderos compañeros de ruta que aspiran a estar a su lado atraídos por la fuerza de su alma. Para convivir verdaderamente con otra persona, es necesario primero dejar de depender de ella.

Los problemas en las relaciones son las consecuencias, pero no las causas de la soledad (3)

JELENA SIKIRICH
 
Cada vez que tenemos miedo de perder lo que ya tenemos, al igual que un jugador, apostamos todas nuestras esperanzas en una sola “combinación de cartas” que creemos que está obligada a salir. De lo contrario se derrumba todo, dado que no tenemos otras alternativas.
Pero la vida no es un cine ni un melodrama. ¿Qué pasa si realmente alguna vez nos quedamos sin la persona querida, sin hijos, sin amigos, sin apoyo y sin comprensión? ¿Significaría esto que la vida para nosotros ha terminado?
Para responder a esta pregunta hay que ir más allá de lo superficial, concentrarse en la parte oculta del iceberg que de inmediato no se puede ver ni entender. Y entonces queda claro que el problema de la soledad no se puede identificar únicamente con el hecho de tener o no tener relaciones. Los problemas en las relaciones son la consecuencia, pero no la causa de la soledad.
Si queremos conocer el verdadero amor, la amistad y la felicidad, tenemos que resolver problemas fundamentales relacionados con las necesidades de nuestra propia alma. Y estas necesidades no están determinadas por la opinión de los demás, ni por su manera de tratarnos, sino que dependen exclusivamente de nosotros mismos, de nuestra capacidad de entender el sentido profundo de la vida y las leyes de la Naturaleza, del hombre y del universo.
El alma necesita no solo relaciones verdaderas, sino todo lo que pueda darle oportunidad de despertar sus potenciales ocultos, sus grandes sueños, su nobleza y su profunda sabiduría.

El amor y la amistad no se compran ni se venden (5)


JELENA SIKIRICH
 
El verdadero amor y la verdadera amistad no se exigen, no se planifican, no se piden, no se compran ni se venden.
En realidad, vienen por sí solos. Lejos de ser un simple enamoramiento o una adquisición más para nuestra colección de objetos de valor, despiertan y se reconocen como estados superiores del alma. El verdadero amor baja del Cielo.
Igual que todos los grandes sueños, el amor no llega a ser realidad de golpe, sino que es el resultado de largas luchas, pruebas, sufrimientos, intentos repetidos de superación de los impulsos egoístas y posesivos. Solo lo puede encontrar aquel que no deja de soñar con ello como un principio superior de la vida y como una necesidad vital del alma. Entonces se siente como una bendición del Destino.
Cualquier intento de invocar el verdadero amor artificialmente, imponerlo, exigirlo, planificar los acontecimientos, poseerlo, acaban con un fracaso tarde o temprano. Esa rara ave de la felicidad, tan fina y frágil, presiente la amenaza y, evitando hacerse cautiva de cualquier tipo de intenciones egoístas, escapa de la jaula dorada especialmente preparada por nosotros, tal vez para no volver nunca más.
El verdadero amor es propio de los hombres y mujeres fieles que prefieren permanecer en soledad que traicionar sus nobles sueños y sus elevados criterios. Es para aquellos que no se venden. No entran en relaciones simplemente para propiciar el bienestar material y por el simple placer sexual. No se unen con cualquiera solo por no perder la oportunidad de formar una familia o para no quedarse solos hasta el fin de su vida. No se conforman con compañías de juerga, totalmente ajenas a los ideales de amistad y nobleza humana. En todos estos casos el hombre se asemeja a un actor o director de cine de talento que se ha estancado haciendo publicidad de productos al no haber podido esperar a que llegase su momento. El dinero cobrado, por mucho que sea, no es nada más que una compensación mínima, y por cierto, nada consoladora, por haber arruinado su talento.
Los intentos de valorar las relaciones desde el punto de vista del análisis minucioso y detallado de lo que nos separa son un pasatiempo vano, una pérdida de nervios y energías. Si pretendemos mejorar o salvaguardar nuestras relaciones, tenemos que proponer una pregunta fundamental: “¿Qué es lo que nos une?”. Nuestras relaciones con otras personas van a durar tanto tiempo cuanto dure lo que nos une. Si lo que nos mantiene unidos es una casa, un chalet, el dinero, el atractivo exterior, la libido sexual o cualquier otra cosa “a corto plazo”, es seguro que los primeros problemas que surjan en esta esfera van a constituir una amenaza a nuestras relaciones. Los vínculos que unen a los hombres que ya no tienen nada en común recuerdan a algunos pueblos situados dentro de las vías turísticas, donde tras las fachadas bien pintadas la vida aparenta ser normal, pero en realidad detrás puede haber un montón de problemas acumulados.
 
El verdadero amor y la verdadera amistad no se exigen, no se planifican, no se piden, no se compran ni se venden.
En realidad, vienen por sí solos. Lejos de ser un simple enamoramiento o una adquisición más para nuestra colección de objetos de valor, despiertan y se reconocen como estados superiores del alma. El verdadero amor baja del Cielo.
Igual que todos los grandes sueños, el amor no llega a ser realidad de golpe, sino que es el resultado de largas luchas, pruebas, sufrimientos, intentos repetidos de superación de los impulsos egoístas y posesivos. Solo lo puede encontrar aquel que no deja de soñar con ello como un principio superior de la vida y como una necesidad vital del alma. Entonces se siente como una bendición del Destino.
Cualquier intento de invocar el verdadero amor artificialmente, imponerlo, exigirlo, planificar los acontecimientos, poseerlo, acaban con un fracaso tarde o temprano. Esa rara ave de la felicidad, tan fina y frágil, presiente la amenaza y, evitando hacerse cautiva de cualquier tipo de intenciones egoístas, escapa de la jaula dorada especialmente preparada por nosotros, tal vez para no volver nunca más.
El verdadero amor es propio de los hombres y mujeres fieles que prefieren permanecer en soledad que traicionar sus nobles sueños y sus elevados criterios. Es para aquellos que no se venden. No entran en relaciones simplemente para propiciar el bienestar material y por el simple placer sexual. No se unen con cualquiera solo por no perder la oportunidad de formar una familia o para no quedarse solos hasta el fin de su vida. No se conforman con compañías de juerga, totalmente ajenas a los ideales de amistad y nobleza humana. En todos estos casos el hombre se asemeja a un actor o director de cine de talento que se ha estancado haciendo publicidad de productos al no haber podido esperar a que llegase su momento. El dinero cobrado, por mucho que sea, no es nada más que una compensación mínima, y por cierto, nada consoladora, por haber arruinado su talento.
Los intentos de valorar las relaciones desde el punto de vista del análisis minucioso y detallado de lo que nos separa son un pasatiempo vano, una pérdida de nervios y energías. Si pretendemos mejorar o salvaguardar nuestras relaciones, tenemos que proponer una pregunta fundamental: “¿Qué es lo que nos une?”. Nuestras relaciones con otras personas van a durar tanto tiempo cuanto dure lo que nos une. Si lo que nos mantiene unidos es una casa, un chalet, el dinero, el atractivo exterior, la libido sexual o cualquier otra cosa “a corto plazo”, es seguro que los primeros problemas que surjan en esta esfera van a constituir una amenaza a nuestras relaciones. Los vínculos que unen a los hombres que ya no tienen nada en común recuerdan a algunos pueblos situados dentro de las vías turísticas, donde tras las fachadas bien pintadas la vida aparenta ser normal, pero en realidad detrás puede haber un montón de problemas acumulados.

Lo que une de verdad a las personas son las dificultades, los momentos de crisis superados juntos (6)


JELENA SIKIRICH
Es necesario aprender a dar el primer paso, sin perder nuestra individualidad ni el sentido de la propia dignidad. Para establecer y mantener las relaciones en pareja se necesitan los esfuerzos de ambos, y cualquier paso que emprendamos debe provocar una resonancia en la otra persona, seguida de su reacción y sus pasos de respuesta a nuestro encuentro. Si esto no sucede, por muchos esfuerzos reiterados que apliquemos, la conclusión debe ser: o los pasos que emprendemos no son los apropiados, o nuestras relaciones yacen sobre un terreno muy inestable, pues las mantiene tan solo uno de los dos, que intenta salvaguardarlas asumiéndolo todo, cosa que, por cierto, es absurda y artificial. Para que cualquier relación tenga éxito es indispensable que ambas partes intenten superar el sentido del egoísmo y la posesividad. A menudo no nos damos cuenta del hecho de que nuestros seres queridos representan una individualidad diferente e independiente de nosotros mismos. En consecuencia. seguimos percibiéndoles como un reflejo de nuestras propias visiones, requerimientos y fantasías según nuestra opinión y nuestros deseos. Es muy peligroso tratar de educar y construir a otras personas de acuerdo con nuestro modo de ser. El amor requiere de aire fresco y de libertad del alma. Los que lo sienten y comparten no se disuelven uno en otro ni pierden su individualidad; más bien se asemejan a dos firmes pilares sosteniendo el techo de un mismo templo.
El amor requiere una entrega total y una falta de interés egoísta. En el amor verdadero no nos hace falta nada. Teniendo la posibilidad de amar, lo tenemos todo. Cuando alguien tiende a imponerse demostrando su egocentrismo, haciendo a todo el mundo dar vueltas en torno a sus problemas e intereses y exigiendo constantemente pruebas de amor y algún “premio” a cambio de sus sentimientos, no se trata simplemente de que todo esto pueda matar al amor, sino de que no es amor y nunca lo fue.
En este contexto la pregunta clave no debe ser “¿qué será mejor para mí?”, sino “¿qué será mejor para el otro?”. Un amor o una amistad íntima es como un espejo: lo ve y lo refleja todo. Debemos ir descubriendo en el ser querido cada vez algo nuevo, una pequeña perla del precioso tesoro escondido en su alma, de lo que él o ella tal vez ni se haya dado cuenta. Es inútil convencer tan solo con palabras. Se consigue convencer e inspirar mejor con la fuerza del ejemplo propio. Un hombre capaz de vivir inspirado por un gran amor tiene una poderosa fuerza. Se parece a un rayo de luz entre las tinieblas: basta con saber que existe, que podemos guardar su imagen en el corazón, pase lo que pase.
En realidad, hay que poner en marcha muchas fantasías negativas y muchas ideas circulares para llegar a sentirnos verdaderamente solos. Incluso si no logramos encontrar a un ser querido digno de guardar para siempre su imagen en el cofre de oro de nuestro corazón, todavía nos quedan el cielo, las estrellas, los grandes sueños inmortales que abrigan a todos los lobos solitarios capaces de soñarlos, amarlos y vivir por ellos con toda su alma.

Soledad: la parte visible del iceberg (2)

JELENA SIKIRICH
La soledad aparece cuando faltan contactos con el mundo circundante o con otras personas con las cuales se siente cierta afinidad, o cuando por alguna razón estos contactos resultan problemáticos.
El problema clave de la soledad siempre toca el delicado tema de las relaciones humanas. Al echar una ojeada en el alma de un solitario podríamos encontrar historias conmovedoras de relaciones que no tuvieron lugar, decepciones y miedo a ser herido en sus sentimientos y desilusionado en sus esperanzas.
Algunos se sienten solos por no tener en la vida a un compañero o compañera realmente querido con quien poder compartir las penas y alegrías. Otros quieren simplemente ser amados, ocupar un lugar principal en la vida de alguien. Y otros no son capaces de encontrar a alguien capaz de compartir sus pensamientos, sentimientos, sueños recónditos y aspiraciones. Este es un problema frecuente, y es propio de mucha gente que, teniendo un montón de conocidos, no pueden contar con un solo amigo fiel. Otros se sienten solos por haber sido tantas veces abandonados y engañados que ya no creen en nadie ni en nada, aun cuando la gente trate de acercárseles con intenciones plenamente sinceras.
El miedo a la soledad es natural y muy comprensible, pero a menudo se convierte en una fuente de decisiones erróneas, estados psicológicos verdaderamente tortuosos y desaciertos motivados por razones muy diversas y discutibles.
Si observamos cómo se manifiesta el miedo a la soledad, constataremos que está siempre ligado a una necesidad básica del ser humano: sus relaciones con otras personas. Si tengo relaciones no me siento solo, y si no llego a tenerlas me siento frustrado. Si seguimos la lógica de esta idea, correcta en su base pero superficial en su esencia, y no tratamos de ir al fondo del problema –lo que sucede en la mayoría de los casos– resulta que nuestro bienestar y tranquilidad así como nuestra percepción de la felicidad no dependen propiamente de nosotros mismos, sino de otras personas. Dependemos en mayor o menor grado de la reacción del otro, de su disposición hacia nosotros, de sus signos de atención, de su apoyo, comprensión y ayuda. La presencia de todo esto nos hace felices, nos ayuda a vivir y a sentirnos personas válidas y realizadas en la vida.
Por el contrario, cuando faltan las manifestaciones externas de este tipo, perdemos el equilibrio y la seguridad en nosotros mismos, caemos en depresión, nos sentimos débiles, heridos, incapacitados, y a veces nuestra propia vida parece perder todo su sentido. Como en este caso nuestra felicidad depende menos de nosotros mismos y mucho más de las circunstancias externas y de cómo nos van a tratar los otros, el miedo a la soledad adquiere una forma muy particular.
Obviamente todos esos motivos son verdaderamente conmovedores porque tocan algunos rincones íntimos, muy frágiles y a veces dolorosos del alma, y por ello merecen atención y respeto. Pero…
CONTINUARÁ

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Qué entendemos por valores humanos?

Los valores humanos, conocidos también como valores éticos, son las ideas y principios que determinan la forma en que actuamos. Están relacionados con nuestro modo de vivir, es decir, con la práctica de la vida diaria. Por eso los valores dan sentido a todo lo que hacemos… Son el arte de vivir con dignidad, coherencia y sentido.
Los valores son para la vida. La vida humana es la norma y el fin de todo valor. Nos ayudan a tomar decisiones en la vida y a relacionarnos con los demás, pues nuestro «yo» se desenvuelve siempre dentro de un «nosotros».
Cada grupo humano crea y vive sus propios valores culturales. Sin embargo, hay valores que son comunes a todas las personas, pueblos y culturas. Por eso se los llama valores humanos.
Cuando hablamos de valores, nos referimos a:
  • Todo lo que contribuye al desarrollo y realización de la persona.
  • Aquello que da sentido a la vida de todo hombre y mujer, a todo pueblo.
  • Las motivaciones más profundas que orientan cualquier proyecto de vida personal o social.
  • Aquello que posibilita a la persona la conquista de su identidad, es decir, de su verdadera naturaleza.
  • Una cualidad que capacita a todo hombre y mujer para vivir en armonía consigo mismos, con los demás, con la naturaleza y con Dios.
Del libro «El arte de vivir».
De Fernando Bermúdez López.