domingo, 31 de mayo de 2015

Los tres filtros: verdad, bondad, necesidad


Plotino y su escuela

Un día, al llegar un aprendiz de un filósofo sabio a la casa de su maestro, le dijo:

Aprendiz: - Maestro, un amigo me estuvo hablando de tí... 
Maestro: - ¡Espera! -lo interrumpe el sabio-, ¿hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? 
Aprendiz: - ¿Las tres rejas? 
Maestro: - Sí, la primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? 

Aprendiz: - No. Lo oí comentar a unos vecinos. 
Maestro: - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? 
Aprendiz: - No, en realidad no. 

Maestro: - ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? 
Aprendiz: - ¡No! 
Maestro: - Entonces -dijo el sabio sonriendo- si no es verdad, ni bueno, ni necesario, no me lo cuentes y olvidémoslo "Todo es bello para el que tiene el alma bella" (Plotino).

La trascendencia de los valores humanos

Diógenes, filósofo griego originario de Sínope Busto de filosofo(Asia Menor), está considerado como el miembro más destacado de la escuela cínica fundada por Antístenes. Desterrado de su ciudad natal, vivió la mayor parte de su vida en Atenas. Contemporáneo de Aristóteles y de Alejandro Magno, su vida nos es conocida, sobre todo, por Diógenes Laercio y otros autores antiguos, que cuentan sucesos curiosos. En dichas narraciones, Diógenes se nos aparece siempre como un personaje extravagante que lleva hasta las últimas consecuencias la tesis básica de la escuela cínica: el vivir conforme a la naturaleza, el desprecio de las convenciones sociales y la absoluta independencia respecto de las instituciones. La tradición ha recogido numerosas anécdotas sobre su vida. Sin apego ninguno por los bienes materiales, Diógenes vivía como un vagabundo, como un "auténtico perro" (de donde deriva el nombre de cínico), se aloja dentro de un tonel. Y estaba una mañana sentado al sol, junto a su tonel, cuando acudió a visitarle Alejandro Magno, a cuyos oídos había llegado la fama del filósofo. Y Alejandro, para mostrar su espléndida generosidad, le dijo: - Pídeme lo que quieras y te lo daré. Alejandro se había situado entre el sol y Diógenes. Y éste le contestó: - Sólo te pido una cosa: que no me quites el sol.
En otra ocasión, iba por las calles, en medio de la multitud, con una tea encendida, a plena luz del día. Le preguntaron: -¿Qué buscas con esta luz a pleno día? - Busco a un hombre. Quería decir con esto, que buscaba a un hombre verdadero, no a un miembro del rebaño embrutecido. Abundando sobre lo difícil que resultaba encontrar a un verdadero hombre entre sus vecinos, idea que, al parecer, no había sido adecuadamente captada por sus coetáneos, gritó en otra ocasión: "Hombres a mí". Cuando se le acercaron unas cuantas personas a socorrerle, comenzó a escupirlas diciendo: "He dicho hombres, no basura".
La práctica habitual de las virtudes éticas hace al hombre moral y lo dispone a la felicidad.
A pesar de las excentricidades de este filósofo cínico, hay un punto de razón en sus palabras: hoy, como ayer, estamos más preocupados por la imagen, por las apariencias, que por el modo de ser y por la verdad sobre nosotros mismos. No son pocos los sociólogos y filósofos que subrayan la falta de valores de la sociedad actual. Cuando los miembros de una sociedad se desvalorizan individualmente, tarde o temprano esto se refleja en la colectividad. Como son esos valores precisamente los que nos hacen humanos, perderlos supone la deshumanización personal y social de la civilización presente. Esto puede explicar por qué en la actualidad existen tantas apelaciones a los valores humanos y por qué éstos brillan tanto por su ausencia.

Las virtudes humanas

Entre esos valores humanos, ocupan un puesto preponderante las virtudes humanas. La palabra virtud, del latín virtus, igual que su equivalente griego, areté, significa "cualidad excelente", "disposición habitual a obrar bien en sentido moral". Puesto que se trata de una disposición o capacidad adquirida, por el ejercicio y el aprendizaje, de hacer lo que es moralmente bueno, la virtud es una cualidad de la voluntad que supone un bien para uno mismo o para los demás. Y en esto se distingue una virtud de cualquier otra disposición habitual, como por ejemplo la salud, la fuerza física o la inteligencia: en que "en un hombre virtuoso la voluntad es la que es buena".
Las fuentes de la doctrina sobre la virtud son Platón, Aristóteles y Tomás de Aquino, fiel comentador en este punto de las teorías aristotélicas. La virtud es, en Platón, el dominio de la parte racional del alma sobre la parte apetitiva (tendencia a lograr un fin sensible) y sobre la parte irascible (tendencia a evitar un daño sensible). Aristóteles desarrolla este esquema y sistematiza la doctrina de la virtud en el Libro II de la Ética a Nicómaco. Otro busto de un filósofoEl alma racional platónica es en Aristóteles la diánoia o razón discursiva en su función práctica (excluidas las funciones teóricas y productivas de la razón); el buen funcionamiento de esta razón supone la virtud dianoética de la prudencia, o phrónesis, la racionalidad práctica, y a ella incumbe el saber llevar una vida moralmente virtuosa.
La vida es moralmente virtuosa si se tiene el hábito de la virtud, "por el cual el hombre se hace bueno y por el cual ejecuta bien su función propia"; la práctica habitual de las virtudes éticas, que consisten en un justo medio entre dos excesos, hace al hombre moral y lo dispone a la felicidad. Por esto la ética no es sino el cumplimiento del fin del hombre. En esta misma línea, Tomás de Aquino distingue entre apetito natural, el de la comida, por ejemplo, sensitivo e impulsado por la imaginación o la sensación, y el racional, que es la determinación de la voluntad. El concepto aristotélico de virtud, fundamento de la ética, pasa con el Aquinate al mundo cristiano. A las virtudes morales de Aristóteles y a las principales o cardinales -así llamadas por San Ambrosio- que Platón menciona como fundamentales en La República, a saber: sophía, prudencia; andreia, fortaleza; sophrosine, templanza; y dikaiosyne, justicia, añade las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), que tienen por objeto a Dios.

Valores Humanos: Los hábitos

Tanto el bien como el mal obrar forman costumbres e inclinaciones en el espíritu; es decir, hábitos de obrar. A los buenos se les llama "virtudes"; y a los malos, "vicios".
Un hábito bueno del espíritu es, por ejemplo, saber decidir sin precipitación y considerando bien las circunstancias. Un vicio, en cambio, en el mismo campo, es el atolondramiento, que lleva a decidir sin pensar y a modificar muchas veces y sin motivo las decisiones tomadas.
Algo tan importante como lo que llamamos "fuerza de voluntad" no es otra cosa que un conjunto de hábitos buenos conseguidos después de haber repetido muchos actos en la misma dirección.Ésta es la regla de oro de la educación del espíritu: la repetición.
Hay un pequeño caso que afecta a una parte importante de la humanidad y que nos ofrece un buen ejemplo: la hora de levantarse de la cama. Casi todos los hombres tenemos la experiencia de lo que supone en ese momento dejarse llevar por la pereza, y los que son más jóvenes la tienen de una manera más viva. Si, al sonar el despertador, uno se levanta, va creando la costumbre de levantarse, y, salvo que suceda algo como un cansancio anormal, resulta cada vez más fácil hacerlo.
En cambio, si un día se espera unos minutos antes de dejar la cama, al día siguiente costará más esfuerzo; y si se cede, todavía más al día siguiente. Así hasta llegar a no oír el despertador.

Valores Humanos: Dominio de si

Las virtudes humanas fundamentales son, desde Aristóteles, las siguientes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Sólo con esfuerzo -repitiendo muchas veces actos que cuestan un poco- se consigue el dominio necesario sobre uno mismo. La persona que tiene virtudes es capaz, por ejemplo, de no comer algo que no le conviene, aunque le apetezca mucho, o de trabajar cuando está cansado, o de no enfadarse por una minucia; logra que, en su actuación, predomine la racionalidad: es capaz de guiarse -al menos hasta cierto punto- por lo que ve que debe hacer. Quien no tiene virtudes, en cambio, es incapaz -también hasta cierto punto- de hacer lo que quiere. Decide, pero no cumple: no consigue llevar a cabo lo que se propone: no llega a trabajar lo previsto o a ejecutar lo decidido.
Así resulta que la persona que tiene virtudes es mucho más libre que la que no las tiene. Es capaz de hacer lo que quiere -lo que decide-, mientras que la otra es incapaz. Quien no tiene virtudes no decide por sí mismo, sino que algo decide por él: quizá hace "lo que le viene en gana". Pero "la gana" no es lo mismo que la libertad. La gana es una veleta que necesariamente se orienta hacia donde sopla el viento. El perezoso puede tener la impresión de que no realiza su trabajo porque "no le apetece" o "no le da la gana" y hacer de esto un gesto de libertad, pero en realidad es una esclavitud. Si no trabaja en ese momento, no es por ejercitar su libertad, sino precisamente porque "no es capaz" de trabajar. Y la prueba de esto es que "las ganas" se orientan con una sorprendente constancia siempre en el mismo sentido. A la persona que se ha acostumbrado a comer demasiado, "sus ganas" le inclinan una y otra vez, un día tras otro, a comer más de lo debido, pero raramente a guardar un día de ayuno. Y al que es perezoso, le llevan a abandonar un día tras otro su trabajo, pero raramente a realizar un sacrificio extraordinario.
Las virtudes van extendiendo el orden de la razón y el dominio de la voluntad a todo el ámbito del obrar. Concentran las fuerzas del hombre, que se hace capaz de orientar su actividad en las direcciones que él mismo se propone. La misma palabra "virtud" que es latina, está relacionada con la palabra "hombre" (vir) y con la palabra "fuerza" (vis). La gran fuerza de un hombre son sus virtudes, aunque quizá su constitución física sea débil. Sólo quien tiene virtudes puede guiar su vida de acuerdo con sus principios, sin estar cediendo, a cada instante, ante la más pequeña dificultad o ante las solicitaciones contrarias. En cambio, los pequeños vicios de la conducta debilitan el carácter y hacen a un hombre incapaz de vivir de acuerdo con sus ideales. Son pequeñas esclavitudes que acaban produciendo una personalidad mediocre. Y es que, como decía Aristóteles, "nuestro carácter es resultado de nuestra conducta.

viernes, 29 de mayo de 2015

LOS VALORES HUMANOS

Los valores humanos son aquellos conceptos universales, controladores de acción que se encuentran en todas las culturas, todas las sociedades, todas las víctimas y en todos los lugares donde los seres humanosa se ganan la vida. Los cinco valores humanos, que se pueden encontrar en todas las culturas, todas las sociedades y en todas las religiones, son la Honestidad, Humildad, el Amor, la Paz y la No Violencia. Estos valores son eternos, que elevan la vida humana a su más alta expresión, su mayor capacidad
Algunos de los valores humanos?
La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la mentira, el engaño o robo.
La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego.
La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo.
El Amor: El amor es considerado como la union de expresiones y actitudes importantes y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales.
La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualemente se explica como la ausencia de hostilidad.
La No-Violencia: Es una practica, estrategia, tátcia o froma de actura que no consiste en no recurrir a la violencia sin importar el metodo o justificacion.

AMOR

El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (científico, filosófico, religioso, artístico). Habitualmente, y fundamentalmente en Occidente, se interpreta como un sentimientorelacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de emociones,experiencias y actitudes. En el contexto filosófico, el amor es una virtud que representa toda labondad, compasión y afecto del ser humano. También puede describirse como acciones dirigidas hacia otros (o hacia uno mismo) y basadas en la compasión,o bien como acciones dirigidas hacia otros y basadas en el afecto.

En español, la palabra amor (del latín, amor, -ōris) abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico, y hasta la profunda unidad odevoción del amor religioso. En este último terreno, trasciende del sentimiento y pasa a considerarse la manifestación de un estado de la mente o del alma, identificada en algunas religiones con Dios mismo y con la fuerza que mantiene unido el universo.

Las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser irresistibles. El amor en sus diversas formas actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas (música, cine, literatura).

Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción.

La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo una concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, y bajo otra egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad. El egoísmo suele estar relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo, con el alma y el mundo espiritual. Ambos son, según la ciencia actual, expresiones de procesoscerebrales que la evolución proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de algo parecido al alma, probablemente apareció hace entre un millón y varios cientos de miles de años.

A menudo, sucede que individuos, grupos humanos o empresas disfrazan su comportamiento egoísta de altruismo; es lo que conocemos como hipocresía, y encontramos numerosos ejemplos de dicho comportamiento en la publicidad. Recíprocamente, también puede ocurrir que, en un ambiente egoísta, un comportamiento altruista se disfrace de egoísmo: Oskar Schindler proporcionó un buen ejemplo.

A lo largo de la historia se han expresado, incluso en culturas sin ningún contacto conocido entre ellas, conceptos que, con algunas variaciones, incluyen la dualidad esencial del ser humano: lo femenino y lo masculino, el bien y el mal, el yin y el yang, el ápeiron de Anaximandro.

martes, 19 de mayo de 2015

LOS VALORES MORALES

Los Valores Morales son todas las cosas que proveen a las personas a defender y crecer en su dignidad.Los valores morales son desarrollados y perfeccionados por cada persona a través de su experiencia.
Por lo general los valores morales perfeccionan al hombre, en cuanto a las acciones buenas que realice, como: vivir de manera honesta, ser sincero, y ser bondadoso, entre otras.
Aun así, escoger los valores morales es una decisión netamente de la persona y no está obligado a ejecutarlo, es decir, cada persona es dueña de sus elecciones, y está en su juicio decidir si opta por ellos o no, sin embargo elegir y tomar acción sobre estos, tendrá un efecto de calidad extra en cada persona.
Cuales son los valores morales:
El Amor: El amor es considerado como la union de expresiones y actitudes importantes y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales.
El Agradecimiento: La gratitud, agradecimiento, gratitud o aprecio es un sentimiento, del corazón o de actitud en el reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o va a recibir
El Respeto:Respeto significa mostrar respecto y el aprecio por el valor de alguien o de algo, incluyendo el honor y la estima. Esto incluye el respeto por uno mismo, respeto por los derechos y la dignidad de todas las personas y el respeto por el medio ambiente que sustenta la vida. El respeto nos impide lastimar a lo que debemos valorar.
La Amistad: La amistad es una relación entre dos personas que tienen afecto mutuo el uno al otro. La amistad y de convivencia son considerados como atraviesa a través de un mismo continuo. El estudio de la amistad se incluye en los campos de la sociología, la psicología social, la antropología, la filosofía y la zoología. Diversas teorías académicas de amistad que se han propuesto, incluyendo la teoría del intercambio social, teoría de la equidad, la dialéctica relacionales y estilos de apego.
La Bondad:Es el estado o cualidad de ser bueno, sobre todo moralmente bueno o beneficioso. En cierto sentido, es la cualidad de tener calidad. En otras palabras en el campo de texto de la bondad: beneficiosos, remunerado, útil, útil, provechoso, excelente.
La Dignidad:La dignidad es un término que se utiliza en las discusiones morales, éticos y políticos para significar que un ser tiene un derecho innato de respeto y trato ético.
La Generosidad: La generosidad es el hábito de dar libremente, sin esperar nada a cambio. Puede implicar tiempo, ofreciendo bienes o talentos para ayudar a alguien en necesidad. A menudo equiparada con la caridad como virtud, la generosidad es ampliamente aceptado en la sociedad como un rasgo deseable.
La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la mentira, el engaño o robo.
La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego.
La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo
La Laboriosidad: Es el gusto por trabajar y esforsarse en conseguir objetivos sin rendirse.
La Lealtad: La lealtad es la fidelidad o devoción a una persona, país, grupo o causa.
La Libertad: La libertad es la capacidad de los individuos para controlar sus propias acciones.
La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualemente se explica como la ausencia de hostilidad.
La Perseverancia: La perseverancia es la tendencia del individuo a comportarse sin ser reforzado en los propósitos motivación y al no desfallecer en el intento.
La Prudencia: Es la capacidad de gobernar y disciplinar a sí mismo mediante el uso de la razón. Es clásicamente considerada como una virtud.
La Responsabilidad: Un deber u obligación de realizar satisfactoriamente o completar una tarea (asignado por alguien, o creados por la propia promesa propia o circunstancias) que hay que cumplir, y que tiene una pena consiguiente al fracaso.
La Solidaridad: La solidaridad es la integración y el grado y tipo de integración, que se muestra por una sociedad o un grupo de gente y de sus vecinos.
La Tolerancia: una actitud justa y objetiva, y permisiva hacia aquellos cuyas opiniones, prácticas, raza, religión, nacionalidad, etc, difieren de los propios.

lunes, 18 de mayo de 2015

Modestia

Se entiende por modestia a aquella actitud que las personas pueden desarrollar a lo largo de su vida y que supone una actitud equilibrada y humilde frente a diferentes situaciones o circunstancias. La modestia puede ser entendida desde un punto de vista general como también desde un punto de vista religioso, en el cual es comprendida meramente como una virtud que todos los seres humanos deben poder desarrollar. Podemos decir que, si bien la religión estimula al ser humano a ser más modesto y solidario, la sociedad actual en la que vivimos contribuye a que la modestia sea cada vez más un valor en desaparición debido a la importancia de actitudes tales como el individualismo, el egocentrismo, la búsqueda del placer inmediato, etc.

La modestia puede ser descripta como la actitud que una persona posee y que es parte de su carácter, que tiende a buscar un equilibrio en las acciones o reacciones que genera en diversas situaciones. La modestia puede ser entendida, entonces, como una falta de exageración en el modo en que la persona actúa (por ejemplo, siendo centrado, simple y austero), pero también como una reacción humilde ante ciertos comentarios o ideas (por ejemplo, al recibir un halago).

Muchas veces la modestia se relaciona con la timidez e incluso ambas cualidades suelen darse en la misma persona porque están relacionadas. Sin embargo, la modestia entendida como equilibrio y simpleza puede existir en personas que no tienen problemas de timidez. En algunos casos, la modestia puede llegar a ser entendida como un problema cuando la misma impide que la persona desarrolle una plena confianza en sí misma y reniegue de las posibilidades de logro o éxito que le son aplicadas por los demás.

Tal como se dijo al principio, podemos decir que la modestia es pocas veces una actitud común en los individuos de la sociedad occidental debido a que la misma se mueve de manera creciente a partir de valores tales como el éxito personal, el individualismo, el placer inmediato, la falta de compromiso, etc. Todo esto hace que personas modestas se destaquen pero siempre como algo raro.

EL VALOR DE LA MODESTIA

La persona modesta no demanda atención extra para sí misma. No le interesan los alagos y le gusta permanecer en un segundo plano. Refleja paz en su interior y no necesita exponer todo sobre su persona. Disfruta los éxitos de los demás y promueve la participación y el liderazgo de los demás. No hace ningún esfuerzo por figurear, dirigir o recibir aplausos. Todo lo hace porque está convencido que es lo que más conviene a los demás y por lo tanto nunca piensa en su persona o en retribución personal.
La modestia es la actitud tendente a moderar y templar las acciones externas. Es la  cualidad de humilde, de falta de vanidad o de engreimiento. La persona modesta tiene la facilidad de encajar bien con las demás personas. A la gente le molesta la vanidad y la pedantería. Actuar con modestia no significa dejarse humillar, maltratar o dejar de luchar por sus derechos. Ser modesto es ser humilde y las personas más grandes del mundo son aquellas que actúan con mayor humildad. El mejor ejemplo de humildad lo encontramos en la vida de Jesús.
La modestia es una gran virtud, pues hace que la persona reste a sus propias virtudes y logros y reconozca sus defectos y errores. La modestia es una gran virtud, pues este solo valor refuerza tus principios, tu confianza en ti mismo, evitando tener que estar pagando payola para sentirte grande. La persona modesta sabe lo que es y como está tan seguro de si, permite que otros se destaquen en vez de monopolizar los espacios en su favor.
Los principios generales de la modestia promueven evitar la excesiva atención hacia uno mismo, evitando actuar con mayor egoísmo. Pero también la persona modesta sabe que cuando actúa con mayor modestia, tiene mayores oportunidades de ser admitido por el grupo social. Cuando la gente percibe tu humildad, tu poco interés en tomar partida, te abre las puertas, te sugiere y te apoya. El arma más efectiva para caerle bien a los demás es practicando el valor de la modestia. 
Actuar con modestia en la mejor forma de ser atractivos a los demás. El prógimo se siente apoyado, te brinda confianza, comparte en camaradería con una persona modesta, mas se siente presionado y molesto con las personas egoístas, prepotentes y pedantes. Los modestos no hacen bultos. No le gusta cogerse el escenario para ellos. Le dan paso a los demás. Favorecen que otros se destaquen. No buscan triunfos pomposos. Prefieren el anonimato, el segundo plano para que otros sobresalgan y triunfen, se sientan bien, pues ellos tienen todo lo que desean, no necesitan nada de otros.

domingo, 17 de mayo de 2015

VALORES HUMANOS: COMPROMISO

La palabra compromiso deriva del término latino compromissum y hace referencia a una obligación contraída o a una palabra dada. Por ejemplo: “Mañana a las cinco de la tarde pasó por tu casa, es un compromiso”. En ocasiones, un compromiso es como una promesa o una declaración de principios, como cuando el político afirma: “Mi compromiso es con la gente” o “He adquirido el compromiso de solucionar esta cuestión en el transcurso de la semana”.

Por otra parte, el concepto de compromiso también hace referencia a una dificultad: “Estoy en medio de un compromiso”. Otro uso de la palabra se relaciona con la promesa de matrimonio (“Nuestro compromiso fue en 1983”).
El compromiso también es la delegación que hacen los electores para proveer ciertos cargos eclesiásticos o civiles en uno o más de ellos, con el objetivo de que designen el que haya de ser nombrado.

En el ámbito del **derecho**, un compromiso o una cláusula compromisoria es una estipulación contenida en un contrato, a través de la cual las partes acuerdan someter a arbitraje las divergencias que deriven del cumplimiento o la interpretación de dicho contrato o de un testamento.
El término es utilizado para referirse a cualquier tipo de acuerdo en el cual las partes asumen unas obligaciones. Por lo tanto, un compromiso puede interpretarse como un contrato no escrito.

De esta forma, un compromiso es un sinónimo de acuerdo, aunque se refiere a la asunción de una obligación jurídica concreta y no al conjunto de derechos y deberes como un todo.

Más sobre la perseverancia

PerseveranciaDel latín perseverantia, la perseverancia es la acción y efecto de perseverar. Este verbo hace referencia a mantenerse constante en un proyecto ya comenzado, una actitud o una opinión, aún cuando las circunstancias sean adversas o los objetivos no puedan ser cumplidos. Perseverar también es durar por largo tiempo.
Como es sabido, la perseverancia es la clave del éxito en la mayoría de los emprendimientos, y puede aplicarse a campos tan diversos como el trabajo físico, el estudio y las relaciones amorosas. En todos los casos, se debe tener un objetivo claro, una meta que justifique el esfuerzo y la dedicación en un período de tiempo generalmente extenso.
A lo largo del camino hacia el cumplimiento de dicho objetivo, la frustración es uno de los peores enemigos de todo emprendedor; para evitar autoconvencerse de que no vale la pena continuar luchando, es esencial estar preparado para los intentos fallidos, que son tan naturales como los triunfos.
Justamente en saber aceptar los propios fracasos como parte integral de la vida y convertirlos en recursos reside el secreto de la victoria. Tomando como ejemplo el estudio de un idioma extranjero, se suele creer que quienes comienzan de pequeños aprenden mejor que los adultos, y que tienen un menor índice de deserción. La explicación más común para dicho fenómeno gira en torno a la edad, alegando que cuanto más joven es una persona, más predispuesta se encuentra a incorporar una nueva estructura lingüística.
Sin embargo, adoptando una visión más constructiva, podemos asumir que quienes se embarcan en un estudio en su madurez suelen cometen un error que los niños, no. Este elemento contraproducente es el miedo, y se origina en un constante análisis de las probabilidades de fracaso, de la falta de tiempo o de lucidez, en pensar si vale la pena invertir tiempo y dinero en una actividad que, quizás, sea demasiado para nosotros. Los niños, en cambio, suelen encarar el aprendizaje de una manera más pasiva; no necesitan buscar el conocimiento, ya que éste llega a ellos.

Perseverancia

Perseverancia
La perseverancia aparece en los peores momentos, justo cuando todo parece desmoronarse frente a nuestros ojos; su recompensa, por otro lado, es
directamente proporcional a la angustia y la desolación que sentimos antes de adoptarla como actitud para nuestras batallas.
En las relaciones interpersonales, los roces y el desencantamiento son dos elementos inevitables; los años de convivencia sacan a la luz diversas características negativas de las personas que no se evidencian mientras existe una cierta distancia. Muchas veces, ante el descubrimiento de los defectos ajenos, el interés por formar parte de una pareja o de un grupo de amigos decrece; cuando llega este punto crucial de un lazo afectivo, se presentan tres caminos bien diferenciados: el corte de la relación; la negación del problema, que acarrea malestar y frustración; la perseverancia.
Dado que no existe relación posible entre dos personas en la cual no haya conflictos, tampoco existe relación que no requiera de la perseverancia para desarrollarse sanamente. Acercarnos a otros seres vivos y a nosotros mismos representa uno de los mayores desafíos de la humanidad, así como una de las experiencias más enriquecedoras que podemos vivir en esta Tierra y, como todas las grandes oportunidades, exige un gran esfuerzo de nuestra parte.
Es esencial tener claro que no se puede alcanzar el éxito si se transita indefinidamente un camino que nos haya conducido al fracaso. En otras palabras, perseverar no consiste en intentar lo mismo una y otra vez, sino en mejorar los métodos, en probar cosas diferentes, sin miedo a tener que comenzar nuevamente.
Por último, es de popular conocimiento la frase “persevera y triunfarás”, supuestamente creada por el filósofo romano llamado Lucio Anneo Séneca, que nació en el año 4 a . C..

sábado, 16 de mayo de 2015

VALORES HUMANOS: La libertad

La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier otra diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores descisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de calidad... pero estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma.

La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se reduce el concepto a una mera expresión de un impulso o del instinto.

Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje.

El mal uso o abuso de este derecho, simpre tendrá repercusiones en nuestros semejantes. Es inconcebible pensar que nuestro poceder es independiente y único, no podemos obrar como si fuéramos los únicos en el mundo o imponer sin ton ni son normas a las cuales deben sujetarse los que nos rodean; si por alguna razón alguien con autoridad o poder de cualquier índole afecta abusando "libremente" en perjuicio del prójimo, está olvidando las bases y principios que le han otorgado esas capacidades para el servicio, bienestar y desarrollo de los demás.

Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte de nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más humano, nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos tenemos la capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o rechazarlo abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se juzgue si esa aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente que siempre estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres.

La Libertad no se construye. No es como en el caso de virtudes como la perseverancia, la fortaleza o la paciencia que requieren de un esfuerzo constante y continuo para hacer de ellas una parte integral de nuestra vida. La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí dónde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras.

Puede ocurrir que nuestra libertad se vea obstruída por cualquier motivo, lo peor sería dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aún cuando sea obstruída, permanece en nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota, o permanecemos de pie. Desgraciadamente es en condiciones adversas cuando se considera en toda su magnitud el valor que reside en la Libertad. Por eso mismo se defiende la libertad de expresión, de traslado, de decidir por aquello que nos traiga un beneficio, de trabajar donde se prefiera o de elegir lo mejor para la familia o para la sociedad.

Podemos percibir mejor la libertad en nuestra vida diaria en muchos aspectos: En el momento que procuramos enseñarle a los demás (hijos, empleados, padres, amigos, etc.) a considerar lo bueno y lo malo de cada acto; cuando tenemos acceso a distintos medios de comunicación y encontramos que se puede expresar opiniones con respeto y educación; Cuando usamos correctamente de servicios públicos.

Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir libremente es respetar, y al mismo tiempo es decidir, es ejercer un derecho.

La altanería o arrogancia

Como pasa con otros sentimientos, el orgullo no es malo ni bueno en sí. Los seres humanos nos movemos dramáticamente entre la exaltación del yo y la afirmación del nosotros. Tanto para los griegos como para los cristianos, el orgullo excesivo (hybris) y la soberbia han sido las faltas o pecados capitales. Los ángeles diabólicos cayeron del Cielo por su soberbia, y Eva y Adán fueron expulsados del paraíso por querer convertirse en dioses.
Altanería, fanfarronería… son formas de vanidad y de soberbia, sobre todo cuando una o uno presumen de excelencias fingidas o de falsos méritos. Al que ostenta excesivamente bienes propios y exhibe una falsa apariencia de lujo y poderío, dándose una exagerada importancia, le hemos llamado con frecuencia fanfarrón o “bambolla”. Por el contrario, la capacidad para distanciarse del amor propio suele ser un requisito del buen humor.
El diccionario define  “vanidad” como arrogancia, esto es, como un exagerado deseo de ser admirado por méritos que pueden ser más fantásticos que reales.
A todos nos gusta que los demás nos alaben y nadie es inmune al halago y a los piropos. Los publicistas lo saben y cultivan la vanidad del espectador; los seductores lo saben, y acarician el oído de sus presas con piropos exagerados: “¡porque tú lo vales!” -repite un eslogan de productos cosméticos. La cosmética es un instrumento de la vanidad, para parecer más guapo o guapa, para simular una belleza que no se posee naturalmente. Los anunciantes halagan incesantemente nuestra vanidad para colocarnos productos que suelen ser caros, pero tan inútiles como venenosos.
Pero los excesos de modestia o de humildad pueden ser tan destructivos como los  del orgullo. Es indecoroso proclamar que uno está por encima de los demás en belleza o méritos propios, pero es pésimo considerar que uno no es digno de merecer el afecto de los demás ni de vivir y luchar por su felicidad. La falta de autoestima puede hacer que consintamos el maltrato de otros, no reconociendo nuestras aptitudes valiosas, o impidiéndonos que las desarrollemos. La falta de autoestima, de amor propio, puede hacer que caigamos en una tristeza patológica, morbosa o enfermiza, que los psicólogos y psiquiatras llaman depresión. El amor propio es tan necesario y legítimo, como perverso resulta si se convierte en egoísmo.
En las relaciones con los demás es tan negativo pecar de orgullo como de humildad. Si lo primero, podemos caer en la falta de respeto al otro, e incluso en la crueldad, disfrutando mientras le humillamos o le maltratamos, usándole como si fuera una cosa. Si pecamos de humildes, sin embargo, no sabemos decir “no” a cada, o nos prestamos a todo, por no quedarnos solos, es fácil que el otro acabe abusando de nosotros o despreciándonos.
Para estar contentos con nosotros mismos también debemos conseguir el reconocimiento de los demás, disfrutando de “buena fama”. La fama es un bien tan perseguido que “los famosos” pasan automáticamente a pertenecer al universo del “glamour”, sin que se sepa muy bien en qué consiste esa “gracia” o “carisma” del glamour, y aunque sólo presuman de famosos por sus sinvergonzonerías, por su exhibicionismo en las “revistas del corazón” (“prensa rosa”), o por haber saltado a la cama de otro ”famoso”. La fama no es más que la hermana prostituta de la gloria. Uno puede hacerse famoso incluso por haber causado un gran mal (Bin Laden), pero uno alcanza la gloria sólo si hace de verdad cosas buenas por la humanidad, si realiza hazañas o actos valiosos.
La buena o la mala fama han tenido en España una importancia tan grande que uno podía sacrificarse y morir, o asesinar y delinquir, por la honra y el honor. En sociedades clasistas o racistas, el honor o la honra son patrimonio de una minoría “benemérita”, de una etnia, o de una casta (nobleza de sangre). En una sociedad materialista como la nuestra, el honor o la honra pueden estar asociados a tener un buen coche, vivir en un barrio de “gente bien”, salir con “gente guapa”, ir a la moda, etc.
Pero la modernidad ha ampliado el sentimiento de orgullo o dignidad a toda la raza humana. Cualquier ser humano, por el hecho de serlo, es digno porque -al contrario que un animal, una planta, un hongo o una roca- puede abrigar sentimientos e ideales elevados, nobles o sublimes. Merecemos derechos porque somos capaces de pensar, de amar y de asumir obligaciones respecto de los demás, a los que también les reconocemos derechos, el principal: vivir y luchar honradamente por la felicidad. Los derechos cívicos -decía Kant- dependen de que ejerzamos un oficio reconocido socialmente, de que podamos causar con nuestro trabajo un beneficio social.
La honra y el honor dependen de los méritos propios, pero exigen el reconocimiento de la comunidad: el honor lo otorga la comunidad. Su símbolo es la medalla que el soldado recibe por su arrojo en la defensa de su patria, o el talón que se otorga a un sabio por el descubrimiento de un remedio contra el cáncer, o el objeto artístico que recibe un escritor por la calidad de su novela, o el diploma que concedemos al estudiante sobresaliente: “matrícula de honor”.
“Los honores son de la comunidad. Quien no hace bien ninguno a la comunidad no será honrado por ella, pues la comunidad da de suyo sólo lo que a su vez le beneficia”. Aristóteles  

VALORES HUMANOS: COMPROMISO

La palabra compromiso deriva del término latino compromissum y hace referencia a una obligación contraída o a una palabra dada. Por ejemplo: “Mañana a las cinco de la tarde pasó por tu casa, es un compromiso”. En ocasiones, un compromiso es como una promesa o una declaración de principios, como cuando el político afirma: “Mi compromiso es con la gente” o “He adquirido el compromiso de solucionar esta cuestión en el transcurso de la semana”.

Por otra parte, el concepto de compromiso también hace referencia a una dificultad: “Estoy en medio de un compromiso”. Otro uso de la palabra se relaciona con la promesa de matrimonio (“Nuestro compromiso fue en 1983”).
El compromiso también es la delegación que hacen los electores para proveer ciertos cargos eclesiásticos o civiles en uno o más de ellos, con el objetivo de que designen el que haya de ser nombrado.

En el ámbito del **derecho**, un compromiso o una cláusula compromisoria es una estipulación contenida en un contrato, a través de la cual las partes acuerdan someter a arbitraje las divergencias que deriven del cumplimiento o la interpretación de dicho contrato o de un testamento.
El término es utilizado para referirse a cualquier tipo de acuerdo en el cual las partes asumen unas obligaciones. Por lo tanto, un compromiso puede interpretarse como un contrato no escrito.

De esta forma, un compromiso es un sinónimo de acuerdo, aunque se refiere a la asunción de una obligación jurídica concreta y no al conjunto de derechos y deberes como un todo.

Liderazgo

El liderazgo es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logro de metas y objetivos.
También se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, gerencial o institucional (dentro del proceso administrativo de la organización).
En opinión de expertos en Desarrollo Organizacional, existen muchos tipos de liderazgo.[cita requerida] En opinión de otros, no es que existan varios tipos de liderazgo: el liderazgo es uno y, como los líderes son personas (individuos con características personales definidas), las clasificaciones corresponden a la forma como ejercen o han adquirido la facultad de dirigir, circunstancia que no necesariamente implica que sea un líder.
La palabra "liderazgo" en sí misma puede significar un grupo colectivo de líderes, o puede significar características especiales de una figura célebre (como un héroe). También existen otros usos para esta palabra, en los que el líder no dirige, sino que se trata de una figura de respeto (como una autoridad científica, gracias a su labor, a sus descubrimientos, a sus contribuciones a la comunidad).
Junto con el rol de prestigio que se asocia a líderes inspiradores, un uso más superficial de la palabra "liderazgo" puede designar a entidades innovadoras, aquellas que durante un período toman la delantera en algún ámbito, como alguna corporación o producto que toma la primera posición en algún mercado.
Arieu define al líder como "la persona capaz de inspirar y asociar a otros con un sueño". Por eso es tan importante que las organizaciones tengan una misión con alto contenido trascendente, ya que es una manera muy poderosa de reforzar el liderazgo de sus directivos.
Existe una regla fundamental en el liderazgo que es la base para que un buen líder, cualquiera que éste sea, lleve a cabo un liderazgo efectivo.
La mayoría de los autores la nombran la regla de oro en las relaciones personales, y es fácil, sencilla y muy efectiva: "No pongas a las personas en tu lugar: ponte tú en el lugar de las personas". En pocas palabras, así como trates a la personas, así ellas te tratarán.

LA AUTENTICIDAD

La autenticidad es ser realmente uno mismo y del todo en cada situación.
 Esto parece que define ya la autenticidad,
pero todavía falta esclarecer qué significa realmente ser uno mismo y del todo.
cada quien es dueño de sus acciones y libre de tomar la desicion que quiera
pues como bien dicen, cada quien se busca supropiodestino,



La búsqueda de la autenticidad, semejante al proceso de afirmación de la identidad en el joven, es uno de los aspectos cruciales de la juventud, como una etapa que atraviesa toda persona. Ser auténtico puede significar el grado de unicidad, individualidad y diferenciación que el adolescente parece buscar y consolidar frente a las presiones sociales y sus grupos de referencia.
La autenticidad como valor presupone cierta diferencia original con respecto a todo lo que rodea al individuo, es decir, que una persona auténtica y singular posee características y convicciones muy propias que le guían en su vida. Es bastante engañoso pensar que se es genuino cuando se asumen las posturas de otros grupos, de otras personas. Cuando se interioriza el pensamiento de los demás sin ningún cuestionamiento, cuando se incorporan modas que uniforman a las personas antes que hacerles originales.
Sin embargo, no existe un tipo puro de autenticidad, cuando la presión social mediante las producciones culturales y comerciales, le prescriben al individuo cómo debe ser, pensar, vestir, sentir, entre otras cosas. De modo que, aislarse para ser auténtico no sería una solución. Rebelarse contra el orden preestablecido tampoco es una opción muy recomendable, y más cuando existen leyes sociales para cumplir y que ayudan a la convivencia general.
Como puede apreciarse, ser auténtico en un mundo que no vende la singularidad, sino copias y modelos para imitar, cabe esperar que los jóvenes sigan modelos inadecuados de vida; en lo moral, en lo intelectual, en lo espiritual, en lo social y familiar.
¿En qué radica, entonces, la autenticidad? Quizás ello pueda deducirse a partir de lo que no es auténtico. No es auténtica una persona que:
- Imita comportamientos orientados al mal, con el propósito de obtener beneficios de cualquier tipo.
- Adopta pensamientos y acciones que no contribuyen a la sana convivencia social.
- Adopta vestuarios que procuran llamar la atención antes que generar una buena presentación personal.
- Hace lo que otros realizan sin someter a la crítica racional las intenciones reales de dicha postura.
- Realiza actos degradantes para llamar la atención.
- No es fiel a sus propios valores y sanas convicciones. (Toda persona generalmente ha sido mínimamente enseñada en los principios y valores deseables en sociedad)
Podemos decir, pues, que una persona es auténtica cuando está orientada a lo bueno, procura ser ella misma, evitando modelos socioculturales erróneos, o formas de pensar que destruyen la convivencia humana. La persona auténtica desea ser ella misma y desarrollar un propósito o proyecto de vida, sin la necesidad de imitar a otros.
De esta forma, los jóvenes de hoy se ven expuestos a decidir lo que desean ser, y en muchos casos equivocan el buen camino, imitando a otros en comportamientos dañinos (drogas, alcohol, libertinaje, rebeldía social, violencia, etc.). Luego no es fácil para ellos decidir. En muchos casos se piensa estar haciendo las cosas lo mejor, pero las consecuencias de elecciones inadecuadas tarde o temprano comienzan a afectar la vida del adolescente.
Por lo demás, ser auténtico no es ser la fiel copia de otro (grupo, partido, modelo, proyecto…), tampoco irrespetar el estilo de vida de los demás, pero sí se debe asumir una posición muy personal para decidirse a ser uno mismo,
TOMADO DE VALORES HUMANOS

viernes, 15 de mayo de 2015

EL OPTIMISMO

   valor humano: optimismoEste valor nos permite confiar en nuestras capacidades y posibilidades, enfrentando con perseverancia y estado anímico muy positivo ante cualquier dificultad que se nos presente en el camino. Nos ayuda, a descubrir lo bueno de las personas que nos rodean y a aceptar todo tipo de favores que nos ofrezcan de corazón.
El optimismo, nos permite encontrar soluciones, ventajas y posibilidades ante los inconvenientes surgidos. La diferencia de su valor opuesto, el pesimismo, es que la primera nos insiste en apreciar todas las cosas, lograr que nuestras actitudes cambien.
Sin embargo, cabe aclarar que no siempre la consecuencia lógica del optimismo es el éxito. Sino que a veces podemos equivocarnos y lograr los resultados esperados. Esto nos da ha entender que el optimismo es una actitud de recomenzar permanentemente sobre nuestras acciones, decisiones, hechos y vivencias; para ver en que fallamos y comprenderlos para en un futuro inmediato, superarnos y lograr los objetivos tan deseados.
Las personas que poseen este valor, no se creen los conocedores de los recursos necesarios para triunfar ante cualquier circunstancia, sino que saben buscar ayuda como una alternativa para mejorar, o en el mejor de los casos alcanzar sus objetivos propuestos. Esto no desacredita nuestro esfuerzo personal, sino que nos hace más sinceros en nuestras iniciativas.
El optimista refuerza y alimenta su perseverancia. Es una persona que se detiene a pensar en todas las posibilidades, luego las piensa y toma la que considera pertinente para esa ocasión. Esto evita que nos engañemos ante una falsa realidad que nos asegura una vida más fácil y placentera.
En todas las instancias de nuestra vida deben ser optimistas. Por ejemplo, ante las demás personas podemos lograr una mejor relación, ya que nos predispondremos ante ellos de una manera positiva. Reconoceremos en el momento adecuado el aliento que el otro necesite, la motivación o solamente la presencia que el necesite.
Cada persona tiene algo bueno, cualidades y aptitudes y por ende defectos. En estos últimos podemos ayudarlos a superarlos o hacerles ver en que se equivocan. El optimismo, es el valor justo que nos ayuda a reconocerlos. Por eso dejemos ayudar, no nos encerremos en nosotros mismos después de los fracasos.
Entonces nos preguntamos, ¿Cómo hacemos para alcanzar esa actitud optimista? Y la respuesta es simple: “solamente hace falta disposición entusiasta y positiva”.
Por ello, siempre analiza las situaciones desde esta perspectiva y veras que las cosas pueden llegar a solucionarse mas rápido de lo que esperabas.
Nunca critiques o te quejes de alguna persona, sino que esfuérzate y sugiérele opciones y soluciones, que muchas veces el enceguecido no la ve. Si so honesto y justo, descubrirás en esa persona cualidades y capacidades que no creías de su existencia.
En cambio, si es a ti el que no te salen las cosas, sincérate contigo mismo y pide ayuda en otras personas, logrando así una posible solución de manera más rápida. De igual manera, analiza las decisiones, pues muchas veces la ligereza no lleva al camino de la imprudencia y no al del optimismo.
Por lo tanto, una persona optimista es aquella que siempre ha encontrado en la desdicha incitaciones para superarse, ya que podemos lograr un aprendizaje positivo de nuestros errores y equivocaciones. Seres personas productivas y emprendedoras en la medida que nos esforcemos y manifestemos de manera alegre, el valor del optimismo.

jueves, 14 de mayo de 2015

ALGO MAS SOBRE LEALTAD

No basta contradecir las actitudes desleales para ser leal, es necesario detenernos a considerar algunos puntos:
- En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como la confianza y el respeto que debe de haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela...
- Se deben buscar y conocer las virtudes permanentes para cualquier situación, de otra forma se es “leal” mientras se comparten las mismas ideas.
- La lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto.
- Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde el sentido de cooperación. La persona que participa en una actividad sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a que estaba acostumbrado.
- Lo importante es vivir las virtudes por lo que representan, no por las personas que en algún momento dictan una norma.
Con todo lo anterior veremos que aún sin darnos cuenta, las relaciones que hemos sabido mantener se deben en gran medida a la vivencia del valor de la lealtad.

De la lealtad
Una preocupación hace bullir mi mente y un dolor ensombrece mi alma. Seres sin escrúpulos de conciencia, que pretenden imponer su voluntad por encima de todo, lograr unos fines -por demás inconfesables- sin reparar en la honestidad de los medios. Ninguno cuenta con el libre albedrío de la persona que pretenden doblegar.
Insultos, amenazas, calumnias..., son sus armas. Armas que poco dicen a favor de quien las utiliza. Alianzas pactadas en la sombra porque no se atreven a obrar a la luz del día. Aprovechar debilidades ajenas para lograr sus objetivos. Jugar descaradamente con lealtades.
Y, en medio de todo este asunto, está en juego mi sentido de la amistad y la fidelidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Sé perfectamente lo que tengo que hacer: caso omiso a quienes no merecen el apelativo de personas. No ignoro que pretenderán atacarme. Se volverán contra mí. Pero tengo a mi favor que han olvidado totalmente contar con mi propio discernimiento y voluntad de acción.
No me importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que sean, si con ello un amigo se ve libre.
Por mantener incólume una amistad, por evitar un daño a un amigo, me enfrento a quien sea. Porque tengo unos principios más honestos, porque la bajeza y ruindad de algunos no me da miedo, porque no abandono a los míos cuando las cosas se ponen feas... porque, en definitiva, soy leal.