viernes, 22 de julio de 2016

Fábula para centrar tu vida


          Los animales de toda la región se reunieron un día y decidieron poner en marcha una escuela sobre la vida. Formaron una junta con el nombre “¡Dale intensidad a tu vida!”. Eran miembros un león, un águila, un delfín, una ardilla y un pato.
 
          El león insistía en que “el placer de correr” debía ser una asignatura obligatoria en la escuela de la vida. El águila, por su parte, quería que todos aprendiesen a volar; algo que extasía a cualquiera. El delfín, que tenía algo de poeta, decía: «sin natación, no hay verdadera educación». La ardilla tenía también su propuesta: «todos deben aprender el extremo arte de trepar».
 
          Con todas las propuestas hicieron un tutti fruti y confeccionaron el Plan de Estudios, que comenzaba con estas palabras: «Todos los ciudadanos del Reino Animal deberán estudiar todas y cada una de las asignaturas contenidas en el presente Plan de Estudios para la Vida. Firmado: Junta Dale intensidad a tu vida». Y se pusieron manos a la obra.
 
          Aunque el león sacó la mejor nota en correr, trepar le resultó un verdadero problema; siempre se caía de espaldas. Muy pronto su espina dorsal se resintió y a penas ya corría. Así pues, su nota en correr fue menor que la de muchos animales; y además seguía suspendiendo en la trepada de árboles.
 
 
          El águila era majestuosa en el vuelo, inigualable; pero con las pruebas de natación las plumas de sus alas se debilitaron y muchas se quebraron. Muy pronto en notas fue supera-da por las gallinas y murciélagos; y no mejoró su tres en natación.
 
          Y mejor ni hablamos lo que le pasó al delfín con sus voladas y a la ardilla con las nadadas. Quien acabó mejor los estudios fue el pato, que no era especialista en nada: corría como borracho, nadaba discretamente, volaba mediocremente y por sus méritos en las otras disciplinas fue exentado de trepar verticalmente los árboles. En él todos vieron confirmado el plan de estudios...
 
Si no queremos leones inútiles, águilas que no pueden volar, delfines fuera del agua o ardillas ahogadas; si no queremos patos mediocres, busquemos con pasión nuestra propia misión en la vida, nuestro “por qué” y “para  qué” específicos
 
          Cierto que hay que tener una cultura general, que hay que informarse lo más posible de las cosas interesantes para la vida. Cierto que es buena una sana curiosidad por saber, por aprender nuevas cosas, por explotar otras facetas de la vida. Pero otra cosa muy distinta es la enfermedad moderna de “querer hacer de todo, querer hacerlo todo”; de frustrarme porque no puedo alcanzar todas las ilusiones que me ofrece la sociedad consumista, porque no puedo hacer todas las “monerías” que hace el héroe de mi película favorita.
 
fuente:  el-adolescente,com

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