El sentido común son los conocimientos
y las creencias compartidos por una comunidad y considerados como prudentes,
lógicos o válidos. Se trata de la capacidad natural de juzgar los
acontecimientos y eventos de forma razonable.
En las ciudades, por ejemplo, el sentido
común ofrece una serie de reglas y prevenciones, que ayudan a sus habitantes
a moverse con facilidad en entornos muy poblados y ruidosos, además de poco
higiénicos y seguros. Sin embargo, dichas normas no necesariamente tienen
validez fuera del terreno asfaltado: en un establecimiento rural, por ejemplo,
una paloma es un animal más y la oscuridad puede ser la fuente de inspiración
para un poema, mientras que en la ciudad se trata de un foco de infecciones y
otro de asaltos a mano armada.
Este sentido suele ser mencionado como una capacidad
natural de las personas que no requiere de estudio o investigaciones teóricas,
sino que surge en la vida cotidiana a partir de las experiencias vividas y de
las relaciones sociales, aunque en gran parte se nutre del legado que recibimos
durante la crianza.
La dinámica del sentido común implica
conocer las cualidades captadas por los sentidos externos y compararlas con las
experiencias recogidas previamente. Dicho proceso es realizado por este sentido interno y configura la
percepción.
No
pienses: usa el sentido común
El sentido común nos invita a dejar de pensar, a
tomar el camino más corto: la sabiduría popular. En cada comunidad, los grupos más fuertes
deciden día a día las tendencias que deben seguirse y las normas de conducta
aceptables; retocan incesantemente el diseño del perfil de ciudadano modelo, con
sus posibles variantes que giran en torno a la edad y el género.
A su vez, todos se basan en ciertas
cuestiones universales o comunes a muchas sociedades: no desnudarse en la vía pública, no
robar, no reproducir música a altos volúmenes luego de cierta hora de la noche y
no agredir espontáneamente a las demás personas. Seguramente, todas estas cosas
suscitan la expresión “es de sentido común”.
El problema comienza cuando alguien
atraviesa la línea de lo establecido por esta serie intangible de reglas, dado que su
entorno no suele
tener las herramientas suficientes para juzgarlo o entenderlo; si alguien se
despoja de su ropa en medio de una avenida en pleno mediodía, ¿cuántas personas
sabrán decir por qué ha actuado mal? ¿Acaso lo ha hecho?
El sentido común dice que no se debe
hacer, pero no brinda muchas razones para ello y suele escudarse en
explicaciones absolutamente cuestionables, como que “los niños no deben ver
cuerpos desnudos”, “nadie tiene interés en ver a los demás sin ropa” o,
simplemente, “es ofensivo”. A todo esto se puede responder ¿por qué, por qué y
por qué?
El basamento del sentido común puede ser
tan débil, tan delgado, que basta una simple situación para volverlo obsoleto. Y
de ninguna manera este texto pretende promover la violación de las normas
sociales, sino que busca llegar a las razones que han llevado a nuestra especie
a pensar que nuestro cuerpo es motivo de asco y vergüenza,
siendo que el resto de las especies no lo consideran así y que miles de años
atrás, nosotros tampoco lo hacíamos.
Por último, es muy interesante observar
que miles de personas movidas por el sentido común acaben consumiendo creaciones
de esos pocos que no lo tienen o que no lo respetan, sea que se trate de
dispositivos electrónicos, servicios o arte en general. Existe una especie de excepción de
la cual no se habla, que impide juzgar el sentido común de las estrellas y de
los genios que renuevan nuestras fuentes de entretenimiento y los accesorios que
hacen nuestra vida más cómoda día a día.
fuente; HTTP://DEFINICION.DE/SENTIDO-COMÚN
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