Soledad.
Cada vez que hablamos de esta dimensión en voz alta llegan en ocasiones las
connotaciones negativas: las personas que aman la soledad son hurañas, tendentes
a la depresión o sencillamente, unos amargados.
Ahora bien, el tema de la soledad tiene
muchos matices y muchas interpretaciones. Hay quien tiene muchos amigos y, sin embargo,
siempre encuentra mayor placer en esos momentos en que está sólo. Por otro lado,
también hay quien, por diversas razones, por escasas habilidades sociales o
problemas afectivos, se encuentra solo, es decir, vive “en un estado” que le
ocasiona infelicidad.
Y, por su puesto, también están aquellos que
son espíritus libres. Personas que vienen y van, que establecen relaciones
cuando así lo quieren pero que siempre priorizan sus propios espacios, sus
propias necesidades. No es egoísmo, es, sencillamente, un modo particular de
entender la vida igual de respetable.
También hemos de tener claro que, según nos
explican los psicólogos, quien disfruta de sus instantes de soledad es también
una persona emocionalmente sana que
“no somete a los demás”, que sabe apaciguar sus egos y que sabe
disfrutar de sí mismo sin una interacción constante.
Sea como sea, la soledad tiene sin duda
muchas interpretaciones y muchas realidades particulares. Es por ello que hoy,
en Supercurioso, te
invitamos a ahondar un poco más en este concepto para que descubras si te
identificas con alguna de estas categorías.
¿Nos acompañas?
1. El proactivo
La soledad es un espacio donde uno
puede encontrarse a sí
mismo, a la vez que al propio mundo. Es un lugar donde se eleva nuestra
creatividad, un espacio desde el cual observar el mundo y obtener nuestro propio
aprendizaje defendiendo siempre el propio punto de vista.
El solitario proactivo no tiene problemas con
sus habilidades sociales, es feliz e interactúa bien con los demás y ha sido
siempre así, desde niño. No teme a la soledad y tampoco tiene ningún problema en
hacer amistades, en tener pareja… Disfruta de su círculo social, pero el mayor placer lo encuentra en sus instantes
de soledad. Es creativo, activo y amante de los cambios, de vivir en
primera persona grandes experiencias.
2. El solitario conformista
La persona conformista acepta su soledad,
está bien. Sin embargo, comprende que
quizá sería más feliz si a su lado tuviese una pareja o más amigos que
lo comprendieran. Vive tranquilo, pero en su interior hay un pequeño vacío del
que es consciente, pero que no se esfuerza por resolver. Simplemente lo
acepta.
Cabe decir además que el solitario
conformista tiene una personalidad algo compleja, de ahí que generalmente se
encuentre solo. Tiene carácter, mucho carácter, le cuesta un poco adaptarse a
los demás porque prioriza sus necesidades, de ahí que le cueste compartir
espacios o escuchar otras opiniones. Sabe que el problema está en su carácter,
pero no obstante, no desea
cambiar. Lo acepta, se conforma.
3. El evitador
El evitador sabe que está sólo, y esta
soledad le causa infelicidad. Ahora bien, lejos de
resolverla, evita reconocer que tiene un problema, que carece de adecuadas
habilidades sociales, que es esquivo o algo egoísta. “Si yo no admito que me
siento solo, evito reconocer que tengo un problema en mi personalidad”.
Lo complicado del evitador es que aparenta
tener una extensa vida social, acude a fiestas, a eventos, sin embargo, toda su
vida es artificial y sus amistades
falsas. Su vida está llena de vacíos que no desea reconocer ni aceptar,
y que evita a toda costa para no ver que el problema está en él mismo. Y
generalmente, son personas infelices.
4. El mártir
Aquí tenemos a la clásica persona que siente
la soledad en toda su crudeza, y se lamenta por ello. Pero aún hay más, pone en
voz alta sus desgracias y
sus vacíos intentando buscar la atención de los demás, sin embargo, en lugar de
causar piedad o conseguir que otros se acerquen, los alejan porque lo que
proyectan los mártires, es mucho negativismo, y una gran pesadumbre.
Son sin duda situaciones complejas, llenas de
gran sufrimiento personal.
Para concluir, como puedes ver la soledad tiene muchos rostros y muchas formas,
hay quien la elige, hay quien no quiere reconocerla para evitar ver que el
problema está en uno mismo, y hay quien sencillamente, la busca en determinadas épocas de su vida
por necesidad personal, para después, volver a rodearse de personas queridas con
las que establecer lazos íntimos.
No podemos pasar por alto que todos
venimos a este mundo en soledad y nos vamos de él del mismo modo, y a pesar de
que es una dimensión de la cual hemos de aprender y que nos enriquece como
personas, todos somos criaturas sociales y emocionales que encontramos nuestra
felicidad relacionándonos. Se trata simplemente, de tener un equilibrio.
fuente: http//.www.supercurioso.com
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