Gracias a la escucha de la
música que más le agrada a una persona se liberan compuestos químicos que
producen un bienestar. Es la conclusión de un estudio llevado a cabo por
investigadores de la Universidad de McGill, en Montreal (Canadá), y que ha sido
publicado en "Nature Neuroscience". No es la primera vez que se asocia con
bienestar y diversos trabajos han corroborado ya su capacidad de cambiar los
estados de ánimo. La novedad está en que, por primera vez, se ha demostrado que
los niveles de dopamina, la sustancia química que produce tal efecto, son hasta
9% más altos cuando se escucha algo que agrada. La dopamina actúa a través de
muchas funciones: influye en el comportamiento y la cognición, la actividad
motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche,
el sueño, la atención y el aprendizaje (sus niveles aumentan en respuesta a
estímulos o actividades de recompensa como la comida, las relaciones sexuales u
obtener dinero). Y, ahora, tras los resultados de la investigación canadiense,
también está relacionada con el humor y el bienestar. Ya se conocía que la
dopamina produce un estado de bienestar con ciertos estímulos tangibles, como
estar enamorado. Los investigadores añaden que el hecho de recibir placer a
través de la música podría deberse también a un sistema de recompensa abstracta,
alejado del placer que se obtiene a través de la comida u otros instintos más
básicos. Ventajas para la salud
La música desarrolla la
atención, la imaginación y la capacidad creadora, estimula la habilidad de
concentración y la memoria Este trabajo da garantías a otros hallazgos pasados,
entre los que está uno realizado en la Universidad de Maryland (EE.UU.) que
afirma que escuchar la música que más alegra favorece una buena salud
cardiovascular: cuando los voluntarios de este estudio escuchaban la que les
complacía, sus venas y arterias se dilataban un 26%, lo que en términos médicos
se considera una respuesta muy saludable. Si bien los expertos insisten que no
puede considerarse como tratamiento para enfermedades de este tipo, sí que
indican que puede constituir otra estrategia preventiva fácilmente incorporable
en las costumbres cotidianas. Los mismos investigadores explicaban en otro
estudio parecido que escuchar 30 minutos diarios no solo sirve como relajante
mental, sino que tiene otros beneficios que se extienden al resto del
organismo
.
La clave no está tanto en el
tipo de música, sino en el volumen, el ritmo y en el hecho de que sea la
preferida del oyente. Aunque los efectos en la corriente sanguínea duran unos
segundos, la acumulación de beneficios perdura y son muy positivos en todas las
edades. Tanta es su influencia que los expertos aseguran que, del mismo modo que
escuchar aquella que a uno le agrada aporta muchos beneficios, hacerlo con
música "desagradable" puede producir efectos contraproducentes en el humor e,
incluso, provocar una constricción de los vasos sanguíneos. Los dos trabajos
confirman otros previos llevados a cabo por la Universidad de Brunel, en Londres
(Reino Unido), en el que se concluía que ayuda a mejorar el humor y aumentar el
rendimiento atlético hasta un 15%.
Como terapia
Pero la música no sólo
interviene en el bienestar del organismo. También desarrolla la capacidad de
atención y favorece la imaginación y la capacidad creadora, estimula la
habilidad de concentración y la memoria a corto y largo plazo, y desarrolla el
sentido del orden y el análisis, facilita el aprendizaje y ejercita la
inteligencia. Las mismas áreas del cerebro implicadas en la percepción musical
intervienen también en el lenguaje y en tareas de lectura. Investigadores del
Laboratorio de Neurociencia Auditiva de la Universidad Northwestern (EE.UU.)
sugería hace justo un año en la reunión anual de la "American Association for
the Advancement of Science" (AAAS) que la formación musical mejora las
habilidades lingüísticas y cognitivas en niños, tanto con problemas de
aprendizaje como sin ellos. De la misma manera, la instrucción musical, según
los científicos, induce una mayor sensibilidad a las emociones.
La música como terapia se
utiliza en el tratamiento de dolencias como la hipertensión arterial, estados de
ansiedad, depresión y estrés, y alteraciones del sueño. También se emplea en la
rehabilitación de trastornos psicóticos, autismo y de adolescentes con
trastornos del comportamiento. Como su escucha interviene en la producción o
inhibición de neurotransmisores en el organismo, a través de ella, se intenta
provocar reacciones químicas que mejoren, aceleren o favorezcan el
aprendizaje.
DESDE EL NACIMIENTO Educar en la
música desde la niñez es importante para que los más pequeños puedan sacar
provecho de todos sus beneficios fisiológicos y psicológicos. No solo
desarrollarán su sensibilidad estética, sino también su emotividad. Lo cierto es
que hay una relación directa entre lo que uno escucha y cómo piensa o actúa.
También es importante cómo se escucha la música, es decir, un volumen más o
menos alto, el ritmo o la velocidad, las intensidades, la cantidad de tiempo, el
contenido de las letras de las canciones o el tipo de baile asociado a cada
canción. Todos estos elementos constituyen diversas formas y hábitos sociales
que influirán en la manera de ser del niño e, incluso, en su manera de vestir.
No obstante, es recomendable hacer un buen uso de todos los elementos. Respecto
al volumen, por ejemplo, cuando es demasiado alto puede provocar falta de
concentración, alteración el sistema nervioso y alteración de la salud del oído.
Según un método oficial estadounidense, el método Tomatis, la educación musical
y del oído puede iniciarse en el útero materno. Alfred Tomatis era un
otorrinolaringólogo francés que reveló a mediados del siglo pasado que el
embrión codifica las vibraciones. Este descubrimiento fue el inicio la
audiopsicofonología. Según esta teoría, es aconsejable que las embarazadas
canten (aunque desafinen), porque la voz, vía columna vertebral y filtración por
parte del líquido amniótico, llega al embrión. Éste escucha y percibe el sonido
a través de un "preoído" que se desarrolla a partir de las tres semanas de
gestación. La música, por tanto, puede activar la escucha ya en el embrión,
fundamental para todas las etapas de la vida, según Tomatis. Tan importante es
la escucha que si no funciona el sentido del oído se pueden producir graves
problemas de aprendizaje y del habla. En resumen, bienestar y salud desde,
incluso, antes del nacimiento.
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