Así como los árboles crecen elevando sus ramas hacia el cielo, por debajo de la
tierra sus raíces también crecen hacia lo profundo buscando nutrientes para
vigorizarse y seguir creciendo. Se diría que el árbol tiene otra vida además de
la que nos muestra a todos nosotros y esa es su vida interior… pero nosotros,
los humanos, no todos desarrollamos ese mundo interior que nos fortalece desde
dentro, la mayoría solo vive preocupado de su desarrollo externo y cuida
lo que se ve, descuidando
esa parte oculta para los demás pero tan importante para mantenernos
equilibrados en el diario vivir.
En el mundo interior le cedemos el gobierno
al alma ya que en el mundo exterior el mando lo tiene la mente/ego que es quien
se pierde entre lo ilusorio para vanagloriarse de cosas que cuando estamos
refugiados en nuestro mundo interior carecen totalmente de sentido.
Conozco muchas personas que me dicen ser
incapaces de crear ese espacio, lo que a mi me parece increíble, pero ahora he
descubierto que es precisamente porque viven desde la mente y desconectar la
cabeza se les hace imposible.
Muchas veces la vida obliga a las
personas a desconectar la mente con aquellos procesos que conocemos como crisis:
De pronto algún suceso no programado nos descoloca y nos saca del entorno
de comodidad para ubicarnos en otro lugar que nos obliga a escuchar al corazón o
alma… Ahí uno se reencuentra con lo que es, se abraza, recuerda su origen, se
recarga de energías y fluye… lo malo es que una vez pasada la crisis se retoma
la vida externa y la vida interior queda nuevamente postergada.
Debemos aprender de los árboles y poder
crecer tanto hacia adentro como hacia afuera. Mucho crecimiento externo, con
raíces débiles siempre acarrea enfermedades para el árbol y la posibilidad de
que cualquier ventarrón lo arrastre o lo quiebre. Raíces fuertes, bien nutridas
y solidas permitirán que enfrenten los rayos del sol, así como de la lluvia y el
viento sin conflictos, y hasta con disfrute.
Siempre podemos empezar a cultivar nuestro
mundo interior. A veces basta con cerrar los ojos en el metro o en el ascensor
para llegar a ese espacio donde nos sentimos tan felices. Otras cuesta un poco
más… pero algo que a todos siempre nos ayuda a llegar hasta ese espacio es la
meditación…
Te deseo un feliz retorno a ese lugar desde
donde provienes y donde nunca más vas a querer alejarte: Tu mundo
interior...
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