miércoles, 24 de julio de 2013

HONRADEZ

 “Odio como las puertas de la muerte al hombre
 que dice una cosa pero oculta otra en el corazón”,
exclama el angustiado Aquiles en la Ilíada de Homero  (Marcelo Vázquez)

 Lo honrado, lo real, lo genuino y auténtico, la buena fe, se enfrentan en desventaja a lo deshonesto, lo falso, lo impostado, lo ficticio.
La honradez, que expresa respeto por uno mismo y por los demás, se opone a la deshonestidad que no respeta a la persona misma ni a los demás.
Sin embargo la honradez tiñe la vida de apertura, confianza y sinceridad y expresa la disposición a vivir a la luz. Por el contrario, la deshonestidad busca la sombra, el encubrimiento, el ocultamiento... Es una disposición a vivir en la oscuridad.
La deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo que aparentemente reverencia la realidad y donde muchos se mofan de ser criaturas plenamente racionales. Los seres humanos, sin embargo no son plenamente racionales como Swiff se regodeaba en señalar. Los humanos, a diferencia de sus personajes, abrigamos una variedad de tendencias e impulsos que no armonizan espontáneamente con la razón; pero sobre todo, nos falta comprender la conexión entre razón y corazón, entre valores y actuaciones. Los seres humanos necesitamos práctica, estudio y sobre todo reflexión permanente para convertirnos en personas íntegras y benévolas. Sin embrago desarrollamos acciones que afectan nuestras relaciones con los demás. Mentir es una fácil herramienta de ocultamiento y cuando se emplea a menudo pronto degenera en un vicio maligno.
La honradez es de suma importancia. Toda actividad social, toda empresa humana que requiera una acción concertada, se atasca cuando los partícipes no son francos. Es la honestidad que buscaba el profeta Jeremías “¡Recorre las calles de Jerusalén, mira en derredor y observa! Busca en las plazas y encuentra una sola persona que actúe justamente y busque la verdad”

Cuanto más se ejercita, más se convierte en una disposición bien apuntalada. Pero además, no sólo porque facilite las relaciones interpersonales y comunitarias, debemos valorar la honradez en sí misma. “La honestidad es mejor que toda política”, como señaló con perspicacia Kant. La verdad se debe mantener como postura ética, pues informa la clase de persona que uno es.

La verdadera honradez es una cualidad que se da en las personas singulares, porque abarca una amplísima gama de facetas del actuar humano.
La verdadera honradez se manifiesta en el ejercicio del trabajo o de la profesión cuando se ponen todos los medios para entregar algo de calidad, que debe estar terminado a tiempo, que debe ser esmerado y completo en todos sus detalles. Se manifiesta, cuando no se engaña haciendo pensar que lo que se entrega es algo mejor de lo que quien recibe va a encontrar, cuando se cobran los honorarios justos, cuando no se crean falsas expectativas, cuando se pone en el trabajo no sólo todo el conocimiento propio, sino que se consulta a los que mas saben para asegurarse que eso que hacemos es lo mejor posible.

 

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