viernes, 20 de septiembre de 2013

Pensar en los demás



Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero cuando la alegría es compartida, se duplica. Si deseas sentirte feliz y realizado, basta compartir tus bendiciones, especialmente ésas que no se pueden comprar con dinero.

Un niño, tiritando de frío y con carita de hambre, vino a recoger un pullóver que le ofrecí cuando lo encontré en la calle. Quedaba algo de comida del almuerzo, y le pregunté:
—¿Quieres almorzar? Él respondió:
—Sí, quiero, señora. Y comió de prisa, con muchas ganas. En la mitad del plato, de repente, se detuvo y dijo:
—Señora, ¿me regala un pedazo de papel? Al traerle el papel, envolvió con cuidado el resto de su comida, y explicó:
—Es para mi amigo. Hoy a esta hora, él no ha comido nada todavía.
Quedé asombrada. ¡Y yo pensaba que estaba siendo caritativa porque le di un suéter viejo y un poco de comida que sobró!

Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. He visto personas que fueron ofendidas y supieron perdonar. Conozco todas esas personas… y su secreto es amar. Es por eso que digo, pasa por el mundo desparramando gotitas de amor.




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