domingo, 15 de mayo de 2016

EL DESAPEGO


 
Imagina que tienes una meta. Todos los días te levantas temprano, trabajas, y poco a poco vas haciendo un buen trabajo. Lo envías a un concurso y… tres meses más tarde recibes una carta:
“Gracias por participar, pero lamentablemente te informamos que hemos elegido a otra persona para este premio”.
¿Qué haces?
Tu reacción depende de tu actitud y de tu fe. Si tienes una actitud de apego, sentirás una gran decepción, y hasta celos y envidia. Si practicas el desapego, tal vez seas capaz de reírte. Sabrás que disfrutaste del proceso y aprendiste, y que esa es la verdadera meta.

¿Qué es el desapego?

Una de las mejores definiciones de desapego es “la determinación de ser libre”. Otra es “dejar ir”. El desapego es mantener la paz y la calma cuando no se puede cambiar o controlar algo. En vez de reaccionar con nerviosismo, enojo o infelicidad ante una situación, la persona que practica el desapego se queda tranquila y vuelve a intentarlo. Así logra paz y fuerza interior, y refleja valentía.

Una actitud de amor

El desapego ayuda a amar porque aferrarse a algo o a alguien es perder la libertad y causar sufrimiento. Esto no quiere decir que no se pueda sentir devoción por una persona o admiración por un concepto.
El desapego es lo contrario de la dependencia. Es importante establecer límites para sí mismo y para los demás, de manera que las relaciones con las personas amadas no se vuelvan cárceles hechas de expectativas y manipulación.
Al practicar el desapego, la persona renuncia a ser víctima y deja atrás la necesidad de juzgar y controlar a los demás. Esto a su vez demuestra un amor más grande y complejo. Al estar dispuesta a controlar los impulsos negativos y destructivos, la persona expresa con más claridad su amor y compromiso.

La libertad, el dinero y las posesiones

Tomar la determinación de ser libre no quiere decir que se dejen a un lado los sueños, las metas y los deseos. Por vivir en un mundo material, los símbolos de la abundancia como el dinero, las posesiones y los conocimientos pueden ser medios para aportar a crear un mundo mejor para todos los seres humanos.
Sin embargo, cuando se pierde la libertad por querer abarcar esos símbolos, es apropiado examinar si el apego a lo material tiene sentido en el contexto de la vida diaria. Cuando comprar una casa, un auto o incluso una educación universitaria mal planificada crea deudas imposibles de pagar, hay que preguntarse qué vale más: ¿la libertad o lo piensen los demás?
Lo contrario es igual de preocupante. No hacer algo necesario, como trabajar, porque “no hay que apegarse a lo material” no es desapego si afecta al bienestar propio y el de los demás.
 

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