jueves, 11 de febrero de 2016

Qué hacer cuando las emociones duelen físicamente


 
Hemos dicho ya varias veces en este blog que las emociones se presentan de forma interna, espiritual, cerebral, invisible, llámale cómo quieras, pero que también se manifiestan de forma externa. De una forma que puedes observar tú o los demás. Cuando estás contento sonríes y todos se dan cuenta de que estás contento. Cuando estás enamorado tus ojos lo gritan a todas horas. Cuando estás enfadado los demás son reticentes a acercarse a ti.
Esto es algo muy básico que entendemos todos pero la gestión de las emociones no siempre es sencilla ni se nos enseña de forma adecuada. Hoy quiero hablar de las emociones que se quedan dentro y que no nos dejan avanzar. Estas se acaban mostrando físicamente en forma de dolor. Suele pasarnos con las emociones negativas, está claro.
Para liberarlas tendremos que seguir una serie de pasos. El primero, ya lo verás es identificar la emoción, comprenderla y revivirla. Para ello es básico conocer nuestras emociones y estar dispuesto a enfrentarnos a ellas. Muchas veces tendremos un dolor que sabemos o sospechamos que es emocional pero que no tenemos claro a qué emoción corresponde. Poder describir lo que sentimos con palabras es básico para la liberación que vamos a llevar a cabo

La liberación emocional consta de tres pasos

En primer lugar tienes que relajarte y sentir las emociones en tu cuerpo. Algunas se manifiestan en forma de pinchazo, otras en forma de ansiedad, de nudo en la espalda o las cervicales, de contractura muscular… Las contracturas que te acompañan durante mucho tiempo no siempre son causa de una mala postura. La mayoría de ocasiones responden a una emoción que se ha quedado atascada así que lo primero que vas a hacer es analizar lo que te duele y qué emoción está ahí. Tienes que ser capaz de escucharte. Probablemente venga a tu cabeza un episodio que te ha dolido mucho. Ahí es donde tienes que reconocer la emoción.
Si no eres capaz de hacer esto, puedes probar de otra forma. Siéntate relajadamente, sólo y sin prisas y escribe las cosas que te han dolido. No creo que haya métodos buenos para eso. Hay personas que lo hacen de forma cronológica, van recordando desde su infancia y van escribiendo todos los episodios dolorosos y las emociones que implica cada episodio. Hay otras personas que prefieren hacerlo de forma automática y dejan que sea su subconsciente el que hable y vaya narrando los episodios en el orden que prefiere. Sea como sea tienes que conseguir una lista de sucesos asociados a emociones.
© allyaubry
Si no puedes asociarlos a emociones escribe únicamente los sucesos. Posteriormente analizarás uno a uno y tratarás de recordar cómo te sentías. Sí, este es un proceso doloroso. Necesitas recuperar esa emoción, de hecho no la recuperas ya que se ha quedado dentro de ti y por ello viene tan fácilmente de nuevo.
Escribe qué sientes, qué tipo de emoción te acompaña, hazlo con todos los sucesos de tu vida. O con los que no tengas trabajados y curados. Si es la primera vez que haces algo parecido tendrás que afrontarlo todo. Habrá cosas solucionadas que ni recordarás y otras que tal vez recuerdes pero cuya emoción podrás liberar de forma rápida.
Después llega el momento de atacar esas emociones una a una. Hay varias técnicas para ello. Hay quien prefiere escribir en un papel que libera a esa emoción, simplemente se despide de ella a través de una especie de carta. Yo prefiero la forma física de hacerlo. Para ello tendrás que hacer algo parecido a una meditación. Busca una postura en la que te sientas cómodo y ubica la emoción encerrada en tu cuerpo. Ya la has identificado y llega el momento de decidir qué hacer con ella.
Piensa que las emociones son cargas que llevamos que en realidad no necesitamos. No es algo que podamos guardar para más adelante así que no tiene sentido conservarlas. Como mucho, hacer un aprendizaje con ellas. Algunas puede que sientas que es demasiado tarde para aprender algo, pero no siempre es así. Aunque hayan pasado años puedes sacar alguna conclusión del tema. Además precisamente porque han pasado años puedes haber entendido cómo funcionan algunas cosas y por tanto ser capaz de liberar esas emociones. Puede que te sintieras mal con el comportamiento de tus padres, ahora eres padre y ves lo difícil que es serlo y por lo tanto te será mucho más fácil comprender a tus padres y perdonarles.
Siente la emoción y habla con ella, acompáñala al camino de salida. Es posible que sientas el dolor desplazarse. Toma decisiones, qué hacer con esa emoción, qué hacer para que no vuelva a repetirse. Deja que se vaya. Después sí que puedes escribir en el papel que te has despedido de la rabia o del dolor o de la envidia o de la frustración. Pero primero tienes que acompañarla físicamente.
Un tercer paso es sanar a nivel mental, es decir programarte para lo contrario en lo que estabas programado hasta ahora. Si ya no sientes rabia busca tu mantra, algo que te sea fácil de repetir, escríbelo: soy un nuevo yo sin rabia ni rencores, hoy empieza un nuevo día para mí. Te tienes que permitir que realmente sea un nuevo día. Todo lo que hayas hecho hasta ese momento forma parte del pasado.
Aprende tu mantra, repítelo, escríbelo, grávalo en su subconsciente para que a partir de ahora tú te veas como una persona sanada emocionalmente a quien nada le hace daño. Si son muchas las emociones tendrás que hacerlo por partes, por episodios. No tengas prisa. Como dice una buena amiga, nunca encontrarás nada malo dentro de ti que te sorprenda. Aprende a conocerte y a aceptarte y a ser mejor persona cada día. Date nuevas oportunidades y repite este ejercicio con tanta frecuencia como necesites.
Para las emociones lo mejor es el conocimiento, bueno como para todo en esta vida. La información es poder y en este caso el poder significa estar bien y ser responsable de tus actos, tu conocimiento, tu propia felicidad y por supuesto de tus emociones. Las emociones sirven para lo que sirven, para hacer que las cosas que nos pasan tengan un sentido u otro.

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